Encuestas de victimización (I): comprendiendo la realidad

Las encuestas de victimización son una herramienta crucial en la comprensión del estado de la seguridad pública, la convivencia y la percepción de inseguridad. A lo largo de las últimas décadas, estas encuestas se han convertido en una valiosa fuente de información para los investigadores, responsables de políticas públicas y la sociedad en general. En este artículo, exploraremos en profundidad qué son las encuestas de victimización, sus objetivos, y su utilidad como complemento del dato institucional. 

¿Por qué hacer encuestas de victimización?

La seguridad pública como objeto de investigación plantea algunas dificultades concretas entre las que destaca el problema de la llamada «cifra negra». Los datos administrativos de los que se dispone, ya sean de procedencia policial o judicial, a menudo dibujan un escenario incompleto al referenciar exclusivamente aquellos incidentes que llegan a ser comunicados a la policía, jueces y magistrados o administración de justicia en general. No obstante, no todos los actos relacionados con la seguridad son puestos en conocimiento de estas instancias administrativas.

Entre las motivaciones para no denunciar actividad delictiva encontramos un catálogo de razones variado. En ocasiones, la causa se relaciona con la percepción, cuando la víctima no considera que el hecho agresor tenga una relevancia suficientemente significativa. Es habitual que la consideración de que un hecho sea poco relevante contribuya a forjar la idea de que policía y sistema judicial pueden hacer bien poca cosa al respecto. En otros casos, la falta de confianza en el sistema judicial o en la policía es la razón por la que no se informa de determinados hechos. Finalmente, optar por no denunciar también puede estar relacionado con la privacidad en aquellos casos donde la víctima no desea involucrar a la policía compartiendo determinadas experiencias de victimización. 

Con el fin de complementar la información policial y radiografiar de forma más precisa el estado de la seguridad pública, en las décadas de 1960 y 1970, en paralelo al desarrollo de la victimología como disciplina académica, se comenzaron a generalizar este tipo de encuestas, convirtiéndose en una herramienta importante a la hora de identificar aspectos del delito que los datos administrativos disponibles no pueden capturar fácilmente.

Las encuestas de victimización son estudios diseñados para recopilar información sobre las experiencias de las personas que han sido víctimas de delitos, así como sobre aquellas que no han sufrido incidentes delictivos. A diferencia de las estadísticas tradicionales de delincuencia que se basan en informes policiales, las encuestas de victimización se centran en la perspectiva de la víctima, proporcionando una visión más completa y precisa de la realidad de la seguridad en una sociedad.

En paralelo, es habitual que las encuestas de victimización dispongan de módulos – preguntas, en su defecto- sobre la percepción de inseguridad de las personas encuestadas. Más allá de las experiencias de victimización declaradas, importantísimas como complemento de los registros policiales, este tipo de estudios permite conocer la relación directa y subjetiva de las personas con el estado de la seguridad, una realidad que en ocasiones no mantiene una relación coherente y previsible con los niveles de delincuencia.

Por último, es importante tener en cuenta que las reglas para medir qué entendemos por delito pueden ser diferentes según el país en el que nos encontremos, lo que dificulta establecer comparaciones de actividad delictiva. En este sentido, las encuestas de victimización pueden ser un aliado al permitir trabajar con hechos que no respondan estrictamente a la tipología penal. Si bien es cierto que en ese caso se diluye su carácter complementario, esta posibilidad abre un camino interesante en investigaciones que quieran trazar una línea clara entre tipicidad penal y victimización. En otras palabras, el sentimiento de victimización puede venir provocado por hechos no delictivos, más allá de las leyes penales. Conocer esa realidad nos ayuda a comprender la relación que mantiene con la seguridad la ciudadanía.

El diseño de las políticas públicas en materia de seguridad

El objetivo principal de las encuestas de victimización es la recopilación de información que permita influir en el diseño de políticas públicas destinadas a mejorar la seguridad ciudadana.

En ese sentido, las encuestas permiten medir con mayor precisión la magnitud de un problema, proporcionar una imagen más precisa a los decisores públicos. En ocasiones, las estadísticas oficiales pueden subestimar un problema social –muy habitual en conflictos asociados a la convivencia- por no encontrarse registrado fielmente en los recorridos institucionales habituales. El contacto directo con los ciudadanos proporciona información de mayor calidad que puede perderse en los procesos de medición oficiales que configuran los principales indicadores en la materia.

En paralelo, analizando los datos recopilados por las encuestas de victmización se pueden identificar patrones y tendencias en la comisión de delitos, en la percepción de seguridad y en el estado de la convivencia en una ciudad. Esto es crucial para entender cómo cambian las dinámicas de la seguridad en el tiempo y para orientar la formulación de políticas de seguridad más efectivas.

Junto al diseño de esas políticas públicas de seguridad, es importante poder evaluar qué tan eficaces han sido. Las encuestas de victimización permiten evaluar la efectividad de las políticas públicas en la prevención del delito y la protección de los ciudadanos. Este enfoque, basado en la experiencia de las víctimas, proporciona información valiosa para ajustar estrategias y asignar recursos de manera más eficiente.

De este modo, las encuestas en el ámbito de la seguridad se presentan como instrumentos versátiles a la hora de correlacionar la victimización y la percepción de seguridad con determinadas realidades sociales. Es habitual encontrar preguntas sobre variables sociodemográficas: nivel de ingresos, nivel de estudios, ocupación, país de origen o posibles situaciones de diversidad funcional. El cruce de estas variables con los registros de victimización y percepción de seguridad, nos permite entender la victimización desde otro punto de vista. Junto con el valor de saber qué cosas pasan y cuántas veces, aprendemos sobre las realidades personales de quienes soportan esa victimización. Ser capaces de dibujar un mapa de correlaciones de estas características nos permite disponer de una herramienta muy valiosa en materia de predicción y prevención del delito.

Este artículo es el primero de una serie en la que analizaremos las principales encuestas en el ámbito de la seguridad, así como los principales resultados en sus últimas ediciones. Desde FEPSU trabajamos en difundir proyectos e investigaciones en el campo de la prevención, la seguridad y la convivencia

Formaciones temáticas, un pilar esencial

Una de las principales actividades que se desarrollan en el FEPSU son las formaciones dirigidas a nuestros miembros. De temáticas variadas, las formaciones del FEPSU tienen por objetivo profundizar sobre aspectos concretos de la gestión de la seguridad y la convivencia en nuestras ciudades, así como contribuir a la actualización y reciclaje de conocimientos.

Acompáñanos a hacer un repaso de las formaciones que hemos llevado a cabo este año.

Atención policial a víctimas y agresores de violencia de género

Comprender el comportamiento del agresor y conocer buenas prácticas en la atención a víctimas de violencia de género es esencial para que los cuerpos policiales puedan atender correctamente los casos. Por ello, la aplicación de conocimientos de psicología básica (procesos de la memoria) y psicología forense impartidos en esta formación son clave.

Para esta formación del FEPSU contamos con el Dr. Miguel Ángel Soria, Doctor en psicología y psicólogo forense, y con Marta Caballé, psicóloga forense. Si deseas saber más sobre la formación, te invitamos a visitar nuestra entrada del blog.

Aspectos jurídicos de la práctica policial

El abogado penalista Josep Lluís Florensa, con amplia experiencia en la defensa de agentes de policía en procedimientos penales, fue el encargado de impartir esta formación, que contó con dos ediciones presenciales.

Siguiendo una metodología eminentemente práctica, los agentes participantes pudieron conocer más en profundidad el marco normativo y jurisprudencial en el que se enmarca su actividad y el proceso de un juicio penal. Así, durante el transcurso de la formación los asistentes tuvieron la ocasión de poder plantear sus dudas, muchas de ellas basadas en casos reales que habían vivido.

Convivencia en los entornos urbanos

La conflictología es una ciencia clave en la gestión de la convivencia en nuestras ciudades. Es por ello que, contando con la experiencia de la ciudad de L’Hospitalet de Llobregat en la gestión de conflictos en el espacio público y comunitario, llevamos a cabo esta formación sobre convivencia en los entornos urbanos.

Óscar Negredo, coordinador del Servicio de Mediación Comunitaria del Ayuntamiento de L’Hospitalet de Llobregat fue en encargado de impartir la formación que contó con un ejercicio práctico resuelto en grupos y en el que hubo un interesante intercambio de pareceres.

Conferencia 2023: entrevista y acompañamiento a víctimas y marchas exploratorias

La conferencia anual del FEPSU 2023 fue una ocasión perfecta para llevar a cabo formaciones en formato presencial. Cuando los cursos se desarrollan in-situ se fomenta más la interacción y los ejercicios prácticos acaban resultando más provechosos.

Una de las formaciones temáticas que llevamos a cabo fue la de técnicas de entrevista y comunicación con la víctima de
violencia de género
, focalizando en aquellas estrategias de recuperación del relato de victimización y comprensión de la memoria humana y el proceso de victimización. Para ello, contamos con el Dr. Miguel Ángel Soria, Doctor en psicología y psicólogo forense.

Otra de las formaciones llevadas a cabo en nuestro encuentro anual fue la de introducción a la metodología de la marcha exploratoria, que permite el análisis de los distintos elementos del espacio público conjuntamente con las personas que lo habitan en clave transformadora. Este análisis también permite analizar la ciudad con perspectiva de género, dado que identifica aquellos elementos del espacio público que contribuyen a generar inseguridad dentro del colectivo femenino.

La tercera formación temática fue la impartida por La CIBA, que llevó por título «Para un nuevo modelo feminista y comunitario de seguridad y acompañamiento a mujeres en situación de violencia machista», la cual permitió reflexionar sobre la prevención de las violencias machistas y la atención a las víctimas dentro de un modelo de «seguridad comunitaria y feminista».

Diseño urbano y convivencia: una aproximación a la metodología CPTED

CPTED son las siglas de Crime Prevention Through Environmental Design, una disciplina que busca intervenir sobre aquellos elementos del entorno urbano que provocan inseguridad subjetiva y objetiva. Para la formación contamos con Anna Almécija y Joan Jordan, expertos en CPTED y miembros de la Associació Catalana per a la Prevenció de la Inseguretat a través del Disseny Ambiental (ACPIDA).

La formación contó con un ejercicio práctico en el que los participantes debieron aplicar los fundamentos CTPED para promover un espacio más amigable y seguro.

Este 2023 ha sido un año lleno de formaciones. Para el próximo 2024 anunciaremos más formaciones y webinars internos y en abierto. ¡Más, próximamente!

¡Bienvenida, Ponferrada!

¡En el FEPSU celebramos la incorporación de la ciudad de Ponferrada! Con la localidad leonense sumamos 14 miembros a nuestra red de ciudades y regiones al servicio de una sociedad más segura.

El FEPSU sigue creciendo, hecho que inequívocamente tiene un impacto positivo para todos los miembros del Fórum y para la ciudad de Ponferrada, que podrá enriquecerse de todo el conocimiento que la red le pueda brindar y compartir sus experiencia con el resto de miembros.

Descubre más sobre Ponferrada y su trabajo en el campo de la seguridad y la convivencia en este artículo.

Ponferrada, la capital del Bierzo

La ciudad de Ponferrada se sitúa en la comunidad autónoma de Castilla y León. En concreto, es la capital de la comarca del Bierzo, y cuenta con una población de 63.052 habitantes. La riqueza cultural es uno de los rasgos principales de Ponferrada: es un municipio trilingüe – se conservan las lenguas leonesa y gallega, además del castellano -, y cuenta además con patrimonio arquitectónico como el Castillo de los Templarios o las casas solariegas.

Por otro lado, Ponferrada tiene 4 distritos y su extensión no se limita estrictamente a los límites de su municipio: 17 entidades locales menores y 20 entidades singulares conforman su núcleo urbano, lo que hace sin duda a Ponferrada un municipio singular.

Un compromiso con la seguridad urbana

La ciudad de Ponferrada es una localidad abierta con ganas de compartir y aprender sobre experiencias locales en seguridad y convivencia con un objetivo claro: poder ofrecer un mejor servicio a la ciudadanía y apostar e invertir en nuevas formas de hacer de su ciudad un lugar mejor.

En los próximos años, la localidad leonense pretende implantar un modelo de policía comunitaria y en el cual la ciudadanía sea partícipe de las decisiones que se toman en materia de seguridad. Por otro lado, la tecnología, la digitalización y la internacionalización son elementos clave que también forman parte de una estrategia que, de seguro, supondrá muchos retos a la vez que avances en materia de seguridad urbana.

La incorporación al FEPSU – y, por ende, al Efus – es uno de los eslabones clave en la conformación de una estrategia que hará de la ciudad de Ponferrada un lugar más seguro. En el FEPSU estamos muy felices de poder contar con otro miembro en nuestra red, ¡seguimos creciendo!

Si deseas saber más sobre Ponferrada, puedes visitar su web.

El FEPSU celebra su conferencia anual 2023

Los pasados días 26 y 27 de septiembre, el espacio La Ciba, centro referente en la creación de políticas públicas de igualdad para mujeres de Santa Coloma de Gramenet, acogió la Conferencia del Fórum Español para la Prevención y Seguridad Urbana (FEPSU) 2023 sobre “Retos actuales en seguridad urbana y convivencia”.

Como sucediera en Madrid en 2022, la conferencia sirvió de encuentro para las ciudades socias de la organización y una amplia representación de profesionales de distintas disciplinas vinculadas al ámbito de la seguridad pública.

Trabajar en red


El FEPSU persigue construir una red de ciudades y regiones que fomente el intercambio de conocimiento, herramientas y experiencias prácticas en el ámbito de la prevención y de la seguridad urbana. La alcaldesa de la ciudad de Santa Coloma de Gramenet, encargada de la inauguración de la jornada, así lo reiteró: “es positivo incorporar las experiencias de otras ciudades para mejorar las nuestras”.

En este sentido, la conferencia propuso un intercambio de ponencias donde el contenido de tipo académico reposó sobre programas de actuación concreta a lo largo de más de 25 intervenciones entre mesas de discusión y talleres. De este modo, técnicos/as, decisores/as públicos/as y profesionales de la academia presentaron sus diagnósticos sobre retos del presente y del futuro y compartieron los proyectos con los que hacerles frente desde sus ciudades.

Los 4 grandes retos


En esta segunda edición el programa de la Conferencia FEPSU se estructuró en cuatro grandes bloques.

El inicio de la primera jornada acogió un eje temático centrado en la prevención de la violencia y otras situaciones de vulnerabilidad entre el colectivo de los jóvenes. Por razones obvias, la mesa abordó solo algunos de los temas que afectan a los/las más jóvenes dirigiendo sus intervenciones hacia el problema de la violencia juvenil urbana, la detección y prevención del acoso escolar y las violencias sexuales entre jóvenes.

Durante más de una hora se analizó el fenómeno de la radicalización y violencia juvenil en Francia y sus similitudes y diferencias con el caso español; la propuesta para la prevención y detección del acoso escolar realizada desde la URMEC (Unidad de Relaciones y Medición con la Comunidad) en Terrassa; y las nuevas formas de violencia sexual, así como el trabajo en nuevas masculinidades realizado desde La Ciba de Santa Coloma de Gramenet.

Tras una pausa para el café y el intercambio informal entre los/las socios/as de FEPSU, la jornada se reanudó para presentar uno de los bloques más aplaudidos de la conferencia: el abordaje de los problemas complejos o “wicked problems”.

“La resolución de los conflictos, tales como personas con problemas de salud mental, o el odio a la diversidad, es tan compleja como su origen, y podemos afirmar que no puede abordarse en términos exclusivamente policiales”, declaró Javier Scotto di Tella, 6o teniente de alcalde y concejal delegado en Denia, encargado de moderar las intervenciones de la mesa.


En este sentido, se profundizó en problemas vinculados a la salud mental. De inicio se presentaron herramientas de trabajo en la interacción con personas con problemas de salud mental que alteran la convivencia en las comunidades y la transversalidad en las actuaciones policiales en los casos de tentativas de suicidio. Ambas presentaciones corrieron a cargo de representantes de ciudades socias de FEPSU: Hospitalet del Llobregat y Barcelona, respectivamente. Finalmente, la presentación del flamante Protocolo para la prevención, la detección y la gestión de situaciones de odio y discriminación en el ámbito de la seguridad privada del Departament d’Interior de la Generalitat de Catalunya puso fin a esta segunda mesa.

Exprimiendo el reloj para dar cabida a todas las preguntas e intervenciones suscitadas tras las ponencias, la mañana terminó reservando un espacio al testimonio directo de algunos de los socios evaluando su participación en proyectos europeos como Secu4All o PACTESUR, así como la explicación institucional de las metas futuras del European Forum for Urban Security (Efus), organización supranacional con la que conecta el FEPSU. Entre estas, una buena muestra de proyectos europeos y la presentación de su conferencia en Bruselas, ciudad elegida para tomar el relevo de Niza.


El tercer bloque, dedicado a Seguridad y género, destacó por su originalidad. Las personas inscritas a la conferencia pudieron asistir a tres talleres de carácter práctico muy celebrados. De este modo, tras una visita para conocer La Ciba – centro único en el estado español, concebido como un equipamiento de más de 8000 m2 pionero en la creación de políticas públicas de igualdad real y efectiva de todas las mujeres – los/las asistentes agotaron las plazas de los talleres que, por la naturaleza de la actividad, se desarrollaron en grupos más reducidos y con un marcado carácter práctico.


De esta manera, las propuestas giraron en torno a la metodología usada en la organización de marchas exploratorias, las técnicas de entrevista y comunicación con la víctima de violencia de género y la construcción de nuevos paradigmas sobre un modelo feminista y comunitario de seguridad.

La segunda jornada quedó reservada al cuarto bloque del programa: la ciudad 24 horas. Agrupadas en dos mesas las intervenciones versaron sobre temáticas que principalmente localizamos en el día de las ciudades – la primera de las mesas- o en su noche –el caso de la segunda mesa.

La inauguración de la segunda jornada fue a cargo del Sr. Pablo Enrique Rodríguez, director de la Policía Municipal de Madrid, ciudad que actualmente ostenta la presidencia del FEPSU. En un claro anticipo de lo que se hablaría a continuación, el discurso inaugural puso en valor el trabajo que desde las instituciones se realiza de la mano de grupos sociales y asociaciones empresariales, remarcando de este modo “la obligación que las instituciones de las ciudades tienen para con sus vecinos/as en relación con el cuidado de su calidad de vida”.


La primera de las mesas propuso un catálogo temático formado por algunos de los ámbitos de intervención que marcan la agenda política de muchas corporaciones municipales y a los que desde la web de FEPSU hemos dedicado varios artículos. De este modo, las intervenciones sobre gestión de las ocupaciones y mal uso de la vivienda; los desafíos de la micromovilidad; el impacto económico y social de la venta ambulante o la percepción de inseguridad en el espacio urbano, fueron sucediéndose evidenciando que la gestión de la convivencia en las ciudades durante el día a menudo es un rompecabezas que exige la colaboración de profesionales de muchas disciplinas.


Y tras el día, llegó la noche. Un espacio y tiempo singular, con desafíos propios en el campo de la convivencia y merecedor de una mesa específica desde la que abordar sus complejidades.

Albert Batlle Bastardas, Tercer Teniente de alcaldía del Ayuntamiento de Barcelona, Área de Prevención, Seguridad, Convivencia y Régimen Interior fue el encargado de comenzar exponiendo el difícil equilibrio entre el ocio nocturno y la convivencia, realidad que motivó en la Ciudad de Barcelona “la creación una mesa para noche cívica y segura con aquellos que ocupan los espacios de ocio: jóvenes, empresas y organizaciones vecinales», iniciativa que, en su día, presentamos desde el blog de FEPSU.


Tomó el relevo Esteban Alonso Tejedor, inspector de la Comisaría Técnica de Seguridad de la Policía Municipal de Madrid para evidenciar la necesidad de realizar un control de actividades recreativas y espectáculos públicos como herramienta al servicio de la seguridad y convivencia y poniendo de manifiesto que la motivación de la actividad inspectora es la seguridad de los/las asistentes, en ningún caso una inercia sancionadora.


Finalizada la última mesa ya solo quedaba despedir el acto y emplazar a los/las asistentes a los grupos de trabajo y formaciones internas ofertadas por FEPSU a sus ciudades socias. Salvador Tovar Funes, concejal de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Santa Coloma de Gramenet dedicó su intervención a cerrar la conferencia recordando la necesidad de “innovar y ser creativos para dar respuesta a las demandas vecinales” y remarcando la importancia de espacios de encuentro como la conferencia anual de FEPSU para conseguirlo.

Todos los materiales de las intervenciones están disponibles en la web de FEPSU para ser consultados. Gracias a todos/as los participantes y asistentes al acto. Seguimos trabajando.

La micromovilidad, ventajas y desafíos

La micrmovolidad en una ciudad.

En los últimos años, la micromovilidad se ha convertido en una tendencia en auge en las principales ciudades de todo el mundo. El uso de bicicletas y patinetes eléctricos ha transformado la forma en que nos desplazamos, ofreciendo alternativas más sostenibles, económicas y ágiles para recorrer las calles urbanas. En este artículo, exploramos la situación de la micromovilidad en las ciudades españolas, incluyendo un breve análisis de la normativa vigente, datos de volumen de usuarios y accidentalidad, así como algunos consejos de seguridad.

Los vehículos de movilidad personal (VPM) y sus usuarios/as

La micromovilidad, que engloba los medios de transporte individual de pequeño tamaño y propulsión humana o eléctrica, se ha convertido en una solución cada vez más popular para sortear los problemas de tráfico, mejorar la calidad del aire y fomentar un estilo de vida más activo.

El pasado mes de diciembre, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) condenó a España por el incumplimiento sistemático de la norma comunitaria de calidad del aire en las ciudades de Madrid y Barcelona. La normativa, aprobada por la comisión en 2010, fija los límites anuales de seguridad en relación a la exposición de dióxido de nitrógeno (NO2), una sustancia altamente nociva para la salud de quienes la inhalan de forma continuada. La Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) viene estimando la mortalidad prematura asociada a este tipo de exposición desde 2014 cifrando en 49.000 los casos para toda Europa y en 5.900 para España.

Más allá de la movilidad sostenible que proporcionan estos vehículos, se abre un camino muy interesante en todo lo relativo a la intermodalidad, esto es, la combinación de bicis y patinetes con otros medios de trasporte público como el tren o los autobuses que facilita la entrada a las grandes ciudades desde poblaciones vecinas. De esta manera, usar el patinete para llegar al tren, desplazarse al centro de la ciudad y de ahí al destino final de nuevo con el vehículo de micromovilidad, se presenta como una alternativa sólida al uso del coche para desplazamientos puerta a puerta.

En España, la micromovilidad ha experimentado un crecimiento significativo en los últimos años. Las ciudades han implementado sistemas de alquiler de bicicletas y patinetes, contribuyendo con ello a un aumento en el número de usuarios. Según datos recientes, el número de desplazamientos en bicicleta en las ciudades españolas ha aumentado en un 11% en el último año, mientras que el uso de patinetes eléctricos se ha multiplicado por cuatro.

Uno de los estudios más recientes es el presentado por la proveedora de servicios de micromovilidad Tier Mobility. Los resultados del trabajo de campo, realizado en 36 ciudades de 14 países europeos, sitúan a España como el primer país con el mayor porcentaje de usuarios/as de ese tipo de vehículo, alrededor del 30%. Entre las ciudades españolas Madrid se sitúa en el primer puesto con un 43% de personas que declaran usar patinetes eléctricos de manera habitual.

La comodidad, el precio y la facilidad de su conducción son las principales razones, la seguridad y la falta de infraestructuras, las principales preocupaciones. De este modo, bicicletas y patinetes eléctricos son vistos como aliados para una movilidad más sostenible y eficiente, especialmente en distancias cortas y medianas.

No obstante, su llegada en masa y la escasa exigencia para conducirlos provocan algunos problemas relacionados con la seguridad de las ciudades que los acogen. Solamente en el municipio de Barcelona para el año 2022 se registraron alrededor de 900 incidencias con vehículos de movilidad personal implicados, y los últimos datos oficiales muestran que en 2021 se duplicaron las víctimas mortales por accidentes de patinetes eléctricos respecto a 2020, 13 y 6 respectivamente. Por todo ello, entendemos que la transformación de los patrones de movilidad en las ciudades requiere un acercamiento de las instituciones y se posiciona como un tema clave en la seguridad vial de las mismas.

Regulación disponible

Como sucede con todos los fenómenos que de manera repentina pasan a formar parte del día a día de las ciudades, se necesita cierto margen para adecuar su regulación a las necesidades y problemas que plantean.

El caso de los vehículos de micromovilidad no es una excepción y a día de hoy el contenido de las normas que los regulan sigue siendo desconocido por buena parte de los/las usuarios/as.

La competencia normativa de los VPM y las bicicletas se reparte entre el estado y las corporaciones municipales. El estado regula con carácter general la seguridad vial y la circulación a través de la Ley sobre tráfico, circulación de vehículos a motor y seguridad vial, aprobada por el Real Decreto Legislativo 339/1990, de 2 de marzo. Dicha legislación se desarrolla a través del Real Decreto 1428/2003, de 21 de noviembre, por el que se aprueba el Reglamento General de Circulación recientemente modificado por el Real Decreto 970/2020, de 10 de noviembre, que, ahora sí, formaliza la regulación de los vehículos de movilidad personal.

A partir de las bases fijadas por la legislación estatal las ordenanzas municipales pueden establecer su regulación específica. De este modo, ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia presentan algunas diferencias como la edad mínima para conducirlos (Madrid y Sevilla la establece en 15 años y Barcelona y Valencia fijan los 16, pero Pamplona la sitúa en 14), la circulación por calzadas generales (permitida en Madrid, Valencia o Barcelona cuando su velocidad esté limitada a 30 km/h), el uso del casco (obligatorio en Pamplona pero recomendado en Barcelona y Madrid) o la obligatoriedad de disponer de un seguro a terceros obligatorio (Benidorm, Palencia, Córdoba o Mahón sí lo exigen pero ciudades como Madrid o Barcelona todavía no).

La Dirección General de Tráfico (DGT) ha elaborado un manual de características técnicas de los VMP que establece los requisitos obligatorios de que deberán disponer estos vehículos a partir de 2024, tanto en lo relativo a sus equipamientos como a la calidad de su fabricación. De este modo, todos los modelos y marcas existentes en el mercado deberán cumplir con las especificaciones técnicas exigidas. Por otro lado, la nueva regulación prevé una moratoria que permitirá seguir circulando a los vehículos sin certificación hasta enero de 2027.

A continuación, detallamos algunos elementos de la regulación común para toda España, no sin aconsejar que antes de utilizar estos vehículos, sus usuarios/as profundicen en la normativa local de cada ciudad.

A día de hoy, las 10 normas principales sobre el uso de VMP son las siguientes:

  1. No pueden circular por las aceras.
  2. Tienen prohibida la circulación en vías interurbanas, travesías, autopistas, autovías o túneles urbanos.
  3. Solo puede ocuparlos una persona, por eso son vehículos de movilidad personal.
  4. Prohibido el uso de auriculares y/o teléfonos móviles.
  5. Su velocidad máxima es de 25 km/h.
  6. Sus conductores están sometidos a las mismas tasas de consumo de alcohol que los de otros vehículos.
  7. No es necesario permiso de circulación.
  8. Deben disponer de sistema de frenado.
  9. Deben disponer de dispositivo de advertencia acústica (timbre).
  10. Deben disponer de luces y dispositivos reflectantes traseros y delanteros.

Desde el FEPSU seguimos comprometidos con la seguridad y la sostenibilidad de nuestras ciudades, así como con el estudio y difusión de las medidas que nos permiten hacer frente a los nuevos retos.

Seguridad y personas mayores: la prospectiva hecha realidad

El envejecimiento de la población es una realidad en España y en muchos países del entorno. El aumento de la esperanza de vida y las bajas tasas de natalidad han llevado a un cambio demográfico significativo. En este contexto, es fundamental comprender las características y los datos relacionados con el envejecimiento de la población, así como los riesgos principales que sufren las personas mayores en relación con la seguridad pública.

En este artículo te explicamos de qué manera deben trabajar las ciudades para garantizar la seguridad de la población de edad más avanzada y presentamos algunas de las iniciativas de nuestros socios en esa dirección.

Nos hacemos mayores

El envejecimiento de la población es un fenómeno global y España y sus países vecinos no son una excepción. En los últimos años se ha observado un aumento constante del número de personas mayores de 65 años. Según datos del Instituto Nacional de Estadística se estima que en España el porcentaje de personas mayores de 65 años alcanzará el 30% de la población total en las próximas décadas.

El envejecimiento de la población plantea desafíos en diversos aspectos como la atención médica, la seguridad social y, por supuesto, la seguridad pública de las personas mayores.

Uno de los indicadores demográficos básicos más usados para expresar esta realidad es el índice de envejecimiento, esto es, el porcentaje de personas mayores de 64 años sobre la población menor de 16 años. A uno de enero de 2022, en España, el porcentaje se ha registrado en 135.5, contabilizándose alrededor de 135 personas mayores de 64 años por cada 100 menores de 16 años, 4.4 puntos por encima del valor del año anterior.

El último año registrado en el que las personas jóvenes fueron más que las mayores es 1999. Con el inicio de siglo el indicador comienza a situarse por encima de 100 y desde entonces ha experimentado un aumento paulatino hasta el 135.5% actual.

Las principales razones de este envejecimiento se encuentran en la combinación de dos factores: la baja tasa de natalidad y el aumento de la esperanza de vida.

En el primer caso, los datos revelan un descenso muy significativo, el 39% menos de nacimientos que diez años atrás. Por otro lado, a pesar de reducirse en 1.5 años en 2020 por causa de la pandemia, la esperanza de vida experimenta un aumento progresivo en las últimas décadas. De los 77.07 años en 1991 ha pasado a situarse alrededor de los 83 años en 2022.

Las políticas públicas de seguridad no pueden obviar esta realidad y conviene integrar esta perspectiva en todas las fases de su elaboración.

Algunos de los riesgos principales están relacionados con la inseguridad en el entorno urbano. Las personas mayores pueden ser más vulnerables a la delincuencia, así lo han manifestado algunas teorías criminológicas que con más o menos evidencia empírica identifican esa vulnerabilidad física con un mayor sentimiento de inseguridad. La falta de movilidad, la fragilidad física y una menor capacidad para defenderse aumentan su riesgo, aunque los cierto es que los valores relativos a la victimización de los grupos de edad más avanzada que registran los principales estudios sobre la materia de que disponemos suelen ser los más bajos. Una de las explicaciones se encuentra en el hecho de que una mayor vulnerabilidad quedaría compensada con una actitud más prudente y precavida. A la vez, la exposición de las personas mayores en el espacio público se reduce a franjas de tiempo más cortas en comparación con otros segmentos de población lo que podría explicar ese menor protagonismo en determinados ámbitos de victimización.

Más allá de la seguridad pública relacionada con la delincuencia, en el caso de las personas mayores es importante atender a un diseño urbanístico inclusivo de las ciudades. Los entornos urbanos deben diseñarse pensando en su accesibilidad, con aceras en buen estado, señalización clara, ausencia de obstáculos y rampas adecuadas para facilitar su movilidad. Es esencial que se adopten medidas para garantizar entornos urbanos seguros, iluminados y accesibles para todos/as.

Finalmente, otro de los aspectos relevantes cuando pensamos en el bienestar de las personas mayores tiene que ver con la soledad y el aislamiento que algunas de ellas sufren de forma no deseada. Es importante fomentar la participación social y comunitaria, así como garantizar espacios seguros y amigables y programas de actividades adaptadas a sus intereses.

Algunas iniciativas

Las iniciativas públicas centradas en el estudio de la situación de las personas mayores no son algo nuevo. En este sentido, el Departament d’Interior de la Generalitat de Catalunya elaboró para el periodo 2015-2018 el Plan Integral de Seguridad de las personas mayores. En paralelo, el mes de febrero de 2015 se presentaba una edición especial de la Encuesta de Seguridad Pública de Catalunya centrada en el diagnóstico de la seguridad y su percepción por parte de este grupo de personas.

Recientemente, el pasado mes de mayo, el Ajuntament de Barcelona presentó una nueva guía práctica con recomendaciones sobre cómo combatir el edatismo que sufren las personas mayores. El documento final es fruto de la colaboración entre la asociación SomSeniors y el Departament de Promoció de les Persones Grans del mismo Ajuntament de Barcelona, y sirve, entre otras cosas, para incorporar algunas de las medidas presentes en el informe mundial sobre discriminación por edad elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Actualmente, el colectivo de gente mayor de 65 años presenta un alto grado de diversidad que no siempre es reconocido. Esta situación puede provocar distintas formas de discriminación y maltrato hacia estas personas. En esencia, a partir del análisis de los principales estereotipos y estigmas asociados a las personas mayores, el documento persigue cambiar la mirada con la que percibimos el envejecimiento actuando desde las administraciones, entidades, medios de comunicación y empresas.

Entre algunas de las recomendaciones se encuentra la necesidad de desmitificar la eterna juventud; mostrar las oportunidades que ofrece la etapa de envejecimiento; la toma en consideración y respeto de las opiniones del colectivo o la necesidad de valorar la participación que las personas mayores tienen en la familia y la sociedad, entre otras.

En esa misma dirección el Ayuntamiento de Madrid dispone de un servicio de Acompañamiento a la integración social de personas mayores que se sienten solas”.

El servicio, dirigido a la prevención, detección y atención de la soledad y aislamiento no deseado de las personas mayores de 65 años, entre otros, persigue los objetivos de capacitar y empoderar a estas personas en la gestión y prevención de las consecuencias negativas del envejecimiento, así como lograr, en casos de riesgo de aislamiento, un acercamiento a las personas mayores que les permita conducir esas situaciones a la inclusión social.

El programa trabaja a partir de dos tipos de intervenciones. En las individuales se realizan llamadas y visitas al domicilio para valorar las circunstancias personales o factores de riesgo que permitan detectar situaciones de soledad no deseada. En esos casos, las intervenciones aportan compañía, seguridad y ayuda en las salidas al exterior de la persona, con ello se crean y fortalecen sus vínculos sociales favoreciendo la integración comunitaria.

El segundo tipo de intervenciones tiene carácter grupal. Mediante hasta ocho sesiones realizadas en dependencias municipales como Centros de Servicios Sociales o bibliotecas, se realizan talleres de una hora y media agrupados en cuatro tipos de contenidos: envejecimiento activo, habilidades sociales, apoyo social o abordaje de la soledad.

A medida que envejecemos, enfrentamos riesgos y desafíos específicos en relación con la seguridad pública y la vida en las ciudades, pero también con el bienestar de las personas mayores y su integración en la comunidad. Desde el FEPSU aplaudimos todas las iniciativas que nuestros socios llevan a cabo para minimizar los efectos negativos que esta realidad supone para las personas.

Formación interna: «Gestión de la convivencia en los entornos urbanos»

Hoy en día las ciudades deben enfrentar múltiples problemas en términos de convivencia. Se trata de retos que administraciones públicas deben hacer frente para promover entornos urbanos pacíficos y una mejor calidad de vida para sus habitantes. En este contexto, la gestión de la convivencia es un eje clave que las políticas municipales deben tener en cuenta, y por ello el FEPSU impulsa la formación «Gestión de la convivencia en los entornos urbanos».

Sobre la formación

La formación, que tendrá lugar el día 8 de junio de 2023 de 10h a 14h, tiene por objetivo dotar de una base teórica y práctica en la gestión de los conflictos urbanos de diferente índole para así contribuir a ciudades con unos niveles óptimos en términos de convivencia.

Durante la sesión se introducirán los fundamentos esenciales de la conflictología para la posterior resolución de un caso práctico en grupo. Finalmente, se pondrán en común los resultados de los diferentes grupos para abrir un debate sobre las diferentes perspectivas a la hora de gestionar los conflictos y las mejores fórmulas para cada uno.

L’Hospitalet de Llobregat y la gestión de la convivencia

La formación se llevará a cabo por Óscar Negredo, coordinador del Servicio de Mediación Comunitaria de L’Hospitalet de Llobregat, ciudad que además se encuentra a la vanguardia como modelo de la gestión de la convivencia y conflictos comunitarios.

Con esta formación seguimos en la línea de abordar los problemas de convivencia en nuestra sociedad que tuvo inicio en la conferencia anual de Madrid de 2022 «Retos para una sociedad con una convivencia pacífica y segura», en la que se trataron los diferentes aspectos de la gestión de la convivencia así como las acciones que se pueden tomar en dicha materia.

Programa

A continuación, puedes consultar el programa de la formación:

1. Parte teórica

  • Tipología de conflictos públicos
  • Herramientas para analizar conflictos públicos complejos
  • Identificación de actores estratégicos
  • Metodologías para abordar conflictos públicos complejos
  • Evaluación

2. Resolución de un caso práctico

3. Puesta en común del caso práctico

¿Por qué somos (in)felices? El papel de la seguridad

felicidad, bienestar y seguridad

En los últimos años se observa una tendencia creciente en las instituciones y políticas públicas a la hora de considerar la felicidad y el bienestar de las personas como un objetivo importante en sí mismo. Cada vez son más las iniciativas que presentan directamente y como prioritario el objetivo de la felicidad. Su omnipresencia es indudable.

Ahora bien. ¿En qué consiste ser feliz? ¿Cómo se mide ese estado? ¿Qué lugar ocupa la seguridad en la receta de un bien tan preciado? En este artículo explicamos de qué manera se mide la felicidad y cuál es la relación que mantiene con la percepción de seguridad de las personas.

Progreso y crecimiento: dos cosas distintas

En 2009, un grupo de prestigiosos economistas entre los que se encontraban los premio nobel Joseph Stiglitz y Amartya Sen reciben un encargo del entonces presidente francés Nicolas Sarkozi. Los efectos de la crisis económica de finales de la primera década del SXXI son ya una realidad y cada vez toman más relevancia las voces que cuestionan que los indicadores de crecimiento económico como el Producto Interior Bruto (PIB) sean los únicos protagonistas a la hora de medir el bienestar de nuestras sociedades. Del trabajo realizado por esa comisión nace uno de los informes más citados de la última década: Mismeasuring Our Lives. Why GDP Doesn’t Add Up (Medir mal nuestras vidas. ¿Por qué no cuadra el PIB?)

La premisa del informe planteó que el crecimiento del PIB en la economía de un país, no asegura que su población se beneficie directa y equilibradamente de ese incremento. Tal y como aseguró Stiglitz en su día, “una de las razones por las que la mayor parte de la gente percibe que está peor, aunque el PIB medio suba, es porque efectivamente está peor”.

Esta realidad pone de manifiesto los problemas de utilizar exclusivamente el PIB como medida del bienestar económico y confirma la necesidad de proponer nuevos indicadores que permitan medir el bienestar y la felicidad de una manera más fiable y precisa. Los autores argumentan que, aunque el PIB es una medida útil de la producción y el crecimiento de una economía, no refleja otros aspectos importantes en la vida de las personas como el nivel de desigualdad existente en una sociedad, la distribución de la riqueza o el impacto ambiental.

El cambio de paradigma se confirma y los fundamentos teóricos que lo sustentan deben servir de inspiración a gobiernos de todo el mundo para construir nuevos sistemas de medición con los que evaluar sus políticas públicas.

Durante los siguientes años nacerán conceptos como el de “Felicidad Nacional Bruta” y se crearán Ministerios de la Felicidad en las estructuras políticas de muchos países. El bienestar de los ciudadanos se consolidará como un objetivo más allá del crecimiento económico y al albor de esa realidad, nacerán nuevas medidas como el índice global de felicidad, el índice de bienestar sostenible, el índice de desarrollo humano, el índice de progreso real o el índice de capital social, entre otros.

Medir la felicidad y el bienestar

La principal novedad de estos indicadores se encuentra en la manera como se construyen. La mayoría proponen una medida basada en factores económicos, pero junto a estos incluyen otros de tipos social y ambiental a base de variables como el estado de salud, la educación, el empleo y la seguridad.

Es el caso del Índice global de felicidad, publicado anualmente por Naciones Unidas con la finalidad de medir la felicidad en 157 países. Su construcción consiste en agregar valores relativos al PIB per cápita, el apoyo social, la esperanza de años de vida saludable, la libertad para tomar decisiones vitales, la generosidad o la percepción de la corrupción.

En 2023, Finlandia ha encabezado el ranquin y España se ha situado en la posición número 32 con una puntuación de 6.436, 1.368 por debajo de la líder finesa siendo la percepción sobre la corrupción una de las categorías que más penaliza su puntuación final.

Junto al Índice global de felicidad, el Índice de bienestar económico sostenible (IBES) se presenta como un indicador económico alternativo, también aspirante a reemplazar al PIB como indicador de bienestar social. Se compone de una veintena de variables de distinta naturaleza representativas de aquello que influye en el bienestar personal.

Un elemento interesante en su construcción lo encontramos en el hecho de incluir los “costes derivados del crimen”. De esta manera, la seguridad de las personas aparece como una realidad mesurable confirmando la necesidad de acercarnos al concepto de bienestar desde una perspectiva amplia y multidimensional.

En este caso, el crimen se presenta como un coste social que afecta negativamente al bienestar de las personas de ahí que se incorpore con signo negativo al cálculo del indicador. Hay que tener en cuenta que en algunos casos los costes derivados de las actividades delictivas son evidentes (valor de objetos robados, gastos médicos de lesiones…), en otros, la dificultad de identificarlos y cuantificarlos es mayor. Es el caso de los traumas asociados a la experiencia de victimización, la percepción de inseguridad o el sufrimiento.

Pese a que la metodología de cálculo de esta variable puede ser cambiante en función del país generando algunas desconfianzas sobre la fiabilidad del indicador, la simple agregación de los niveles de delincuencia registrados por la policía sirve para completar el retrato social y comenzar a estudiar posibles relaciones entre la seguridad pública y el bienestar de las personas.

Bajo esta misma tradición se desarrolla el Better Life Index (Índice para una vida mejor) de la Organización para la Coperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). La organización, formada por 38 miembros entre los cuales se encuentra España, elabora el informe How’s life (Cómo es la vida) cada dos años como parte de una iniciativa que se propone promover mejores políticas para una vida mejor.

La evaluación propone un enfoque multidimensional que cubre 11 campos del bienestar actual. De este modo, entre algunos de los temas registrados destacan los ingresos y riqueza, la vivienda, el trabajo y calidad del empleo, las conexiones sociales, el equilibrio vida-trabajo o la seguridad. Un total de 80 indicadores para analizar si la vida de las personas de 37 países y 4 países socios está mejorando.

En el campo de la seguridad las variables analizadas giran en torno al volumen de homicidios, el sentimiento de seguridad al caminar solos/as de noche y las muertes en carretera. Con la finalidad de evitar los problemas derivados de trabajar exclusivamente con valores promedios, el estudio también presenta un apartado sobre las desigualdades originadas por la brecha entre grupos de población.

La edición de 2020, la última disponible, confirma que desde los primeros resultados en 2010 algunos aspectos del bienestar han mejorado. En general, se viven vidas más largas y seguras. La esperanza de vida ha aumentado en casi un año situándose alrededor de los 80. En paralelo, la tasa promedia de homicidios ha disminuido un tercio, también las muertes en carretera y puede confirmarse que las personas se sienten más seguras cuando caminan solas de noche por la calle.

No obstante, analizar los datos promedios generales puede ocultar tanta información como la que se enseña. Los promedios no siempre son válidos para todos los países ni para todos los grupos de población. Conscientes de ello, How’s life también presenta los datos ateniendo a la brecha de género o edad, por poner algunos ejemplos. De este modo, en un indicador como el de las conexiones sociales se observa que la gente mayor tiene el triple de posibilidades de no encontrar apoyo social ante una adversidad. Por otro lado, en lo relativo al balance de afecto negativo, esto es, la experimentación superior de sentimientos negativos (ira, tristeza, preocupación…) que positivos (alegría, descanso…), las mujeres se sitúan 3 puntos porcentuales por encima de los hombres.

En general, estos y otros indicadores han proporcionado suficiente evidencia empírica para asegurar que existe una relación positiva entre la percepción de seguridad de las personas y su estado de felicidad o bienestar subjetivo. A pesar de eso es importante señalar que esa relación puede ser más compleja debido a la influencia de muchos otros factores de tipo social e individual.

Desde el FEPSU trabajamos junto a nuestros socios en la construcción de ciudades más seguras convencidos de que los efectos de ese trabajo contribuyen a mejorar la vida y el bienestar de las personas que las habitan.

Los efectos extremos del cambio climático: la gestión del riesgo

El cambio climático es un fenómeno global que está afectando a todas las regiones del mundo. Entre sus consecuencias más visibles se encuentran los desastres naturales, la subida del nivel del mar, la acidificación de los océanos, la desertificación o la disminución de los recursos hídricos, entre otras.

Los fenómenos climáticos extremos tienen un impacto significativo en la seguridad pública provocando situaciones de emergencia. Esta realidad supone un gran desafío en la gestión de los recursos públicos y privados y obliga a todas las administraciones y organizaciones supranacionales a elaborar programas de actuación con los que hacer frente al incremento de los riesgos que amenazan a nuestras sociedades.

Tal vez no podamos evitar determinados episodios asociados a la crisis climática, pero podemos trabajar para minimizar su impacto gestionando de antemano el riesgo. En este artículo explicamos de qué manera se trabaja en el abordaje del riesgo sistémico.

Los efectos de la crisis climática y sus números

El último informe especial del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) muestra que los eventos climáticos extremos como olas de calor, sequías, inundaciones y tormentas intensas han aumentado en frecuencia e intensidad en muchos lugares del mundo en las últimas décadas. La organización, creada en 1988 por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), tiene como objetivo proporcionar a los gobiernos de todos los niveles información científica que puedan utilizar para desarrollar políticas climáticas. Entre sus órganos, cuenta con el Grupo de Trabajo sobre Soporte de Datos para las Evaluaciones de Cambio Climático (TG-Data) encargado de brindar información sobre la conservación, trazabilidad, estabilidad, disponibilidad y transparencia de datos en escenarios relacionados con los informes del IPCC. 

Así pues, entre algunas de las certezas científicas manifestadas está la de que la temperatura media global de la superficie terrestre ha sufrido un aumento superior a 1.5ºC por encima de los niveles preindustriales, periodo de tiempo tomado como referencia en los estudios sobre cambio climático y que situamos a mediados del siglo XIX. Desde entonces, debido a la quema de combustibles fósiles, principalmente, la concentración de CO2 en la atmosfera ha aumentado alrededor del 50%. Esta realidad ha provocado que los últimos años, desde 2015, hayan sido los más cálidos de todos los registros disponibles hasta el momento. El aumento de la temperatura provoca el derretimiento de los glaciares y el hielo polar y la expansión térmica de los océanos que, a su vez, ha hecho que el nivel del mar incremente en 3.3.mm por año en los últimos 25, según datos de la Agencia Espacial Europea (ESA).

En paralelo, cada vez son más y más intensos los episodios de sequía. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), alrededor del 41% de la población mundial vive en zonas donde la escasez de agua es un problema recurrente que impacta significativamente en la producción agrícola y en la seguridad alimentaria de muchas regiones del mundo. El Objetivo de desarrollo sostenible (ODS) 6 trata de “garantizar la disponibilidad de agua, su gestión sostenible y el saneamiento para todos” pero lo cierto es que la situación actual, y la prevista para los próximos años, provoca desplazamientos y conflictos entre poblaciones derivados de la ausencia de recursos hídricos.

La alteración de los patrones de lluvia y los episodios severos de sequía provocan que los incendios forestales sean cada vez más intensos e incontrolables por el estado de una vegetación altamente estresada. En España, según el Ministerio para la Transición Ecológica y el reto Demográfico, el año 2022 fue dramático en lo que a número de hectáreas quemadas se refiere. Los 7 primeros meses del año las comunidades autónomas habían reportado un total de 162.447 hectáreas calcinadas situando a España como el primer país de la Unión Europea en el siniestro ranquin de la desforestación.

GAR 2022. Reducir el riesgo.

El Global Assessment Report on Risk Reduction (GAR) es el informe que cada dos años publica la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR). Este instrumento tiene como objetivo analizar el estado actual de la reducción del riesgo en el mundo y elaborar recomendaciones para mejorar su gestión a nivel global.

Centrado en temas como la adaptación al cambio climático, la gestión de riesgos en las ciudades, su gobernanza y el diseño e inversión en programas que permitan reducirlos, el informe es el resultado de una colaboración internacional entre gobiernos, organizaciones no gubernamentales, académicos/as y expertos/as en reducción de riesgos. Su contenido se basa en la investigación y el análisis de los datos recopilados por estas organizaciones en países de todo el mundo.

En su edición de 2022, el GAR estudia cómo los sistemas de gobernanza pueden evolucionar para mejorar el abordaje de los riesgos sistémicos del futuro en un mundo superpoblado e interconectado como el actual en el que el impacto de los desastres se extiende globalmente, realidad evidenciada por la crisis sanitaria asociada a la COVID-19.

Entre el contenido de la sexta edición del GAR encontramos algunas predicciones de futuro. De confirmarse la tendencia señalada por el informe para los próximos años y hasta 2030, el mundo debe prepararse para un aumento del 40% de desastres climatológicos por año y del 30% de los episodios de sequía. Debe prepararse para ver cómo se triplican los eventos de temperatura extrema anuales. A su vez, entre las conclusiones del estudio destaca la evidencia de que el impacto de estos desastres provoca efectos en cascada en otros aspectos de la desigualdad estructural o social. Se dispone de evidencia empírica que muestra como la violencia contra las mujeres y las niñas aumenta después de los desastres.

La actividad desarrollada alrededor del GAR sigue una máxima clara: para minimizar la incertidumbre y reducir el riesgo, en primer lugar, hay que comprenderlo. En este sentido, los trabajos presentados persiguen materializar el desarrollo sostenible y evitar el impacto de futuros desastres transformando los sistemas y nuestras sociedades desde el presente. En resumen: trabajar la resiliencia reduciendo la vulnerabilidad, la exposición y la desigualdad, es una forma de reducir el coste ambiental, económico y humano que determinados desastres generan en nuestro entorno.

Para ello, el GAR2022 realiza un llamado a la acción a través de una serie de recomendaciones. En primer lugar, se debe medir aquello que valoramos. En este sentido, es recomendable que los sistemas financieros y de inversión y seguros actualicen el cálculo de los activos financieros en riesgo a largo plazo. Junto a esto, la planificación fiscal de los estados debe adaptarse a los nuevos riesgos incluyendo nuevos componentes de incertidumbre en sus presupuestos nacionales.

En segundo lugar, se recomienda el diseño de sistemas que permitan conocer de qué manera las personas toman decisiones sobre el riesgo. Es necesario reformular cómo se comercializan los productos de seguros y mejorar la comunicación sobre por qué estos son necesarios. A su vez, los estudios sobre análisis de riesgos deben percibirse como herramientas necesarias para aportar conocimiento en escenarios de incertidumbre, pero en ningún caso deben tomarse como elementos de predicción 100% fiables. El análisis de los datos por si solo es insuficiente si no se combina con un conocimiento local y con la opinión de expertos.

Finalmente, es necesario avanzar en una gestión del riesgo que huya de análisis excesivamente sectoriales. Para ello, es imprescindible adoptar nuevas “terminologías del riesgo” que sean funcionales más allá de los peligros individuales y que permitan operar en diferentes disciplinas gracias a mecanismos de “colaboración lateral”.

Desde el FEPSU trabajamos sobre la idea de que invertir en la comprensión del riesgo es la base para un desarrollo sostenible. El pasado 2022, el Foro Europeo para la Seguridad Urbana (EFUS) emitió un comunicado manifestando su posicionamiento entorno a los efectos que el cambio climático tiene sobre el diseño de las políticas de seguridad urbana. En este sentido, los socios se comprometen a adoptar las siguientes medidas:

  • Establecer un grupo de trabajo formado por expertos conectado con las redes de trabajo existentes para comprender mejor el impacto del cambio climático y sus efectos sobre la seguridad urbana.
  • Trabajar con las autoridades locales y regionales en Europa para el diseño de medidas prácticas que mejoren la evaluación, prevención e impactos potenciales del cambio climático en la seguridad urbana.
  • Reforzar la cooperación entre todos los servicios de la ciudad y la sociedad civil en la elaboración de planes integrales de adaptación al cambio climático urbano y estrategias de resiliencia.

La salud mental en los cuerpos de policía: del tabú a la política pública

La salud mental en los cuerpos de policía es un tema crítico y a menudo subestimado. Algunos de los estereotipos asociados a las estructuras policiales y a la naturaleza del trabajo desempeñado por sus profesionales han contribuido a silenciar una realidad de la que, cada vez con más intensidad, se demanda su abordaje por parte de las administraciones competentes.

Las políticas orientadas a la creación de programas de bienestar para agentes de policía no son algo nuevo. Existen iniciativas que de forma más o menos ambiciosa han tratado de establecer criterios que definan de qué manera se vela por la salud mental de los/las profesionales de la seguridad y las emergencias. A menudo se asocia esta problemática desde la incidencia que tiene sobre el volumen de efectivos disponibles y su impacto en las plantillas, pero lo cierto es que la calidad del trabajo realizado también se resiente cuando los/las agentes de policía desarrollan sus funciones afectados por este tipo de problemas.

El trabajo de policía

Cada vez son más las campañas de sensibilización sobre salud mental que desde las administraciones públicas se lanzan para concienciar a la sociedad en la necesidad de abordar los síntomas y eliminar los estigmas asociados a determinadas patologías.

La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) manifestó en 2003 que no es posible considerar la salud sin tener en cuenta la salud mental, considerando que una lista de enfermedades profesionales que no asimila determinados trastornos mentales, por definición, es una lista incompleta. La Declaración de Helsinki, firmada en el año 2005 por los estados miembros de la región europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Comisión Europea y el Consejo (Resolución EUR/RC55/R2), incorpora la salud mental como prioridad en la agenda europea e identifica la salud mental como un asunto de salud pública.

De este modo, no puede decirse que la salud mental sea algo ajeno a las agendas políticas de las distintas administraciones. No obstante, la salud mental de los/las profesionales del trabajo policial y de los servicios de emergencias, exige un tratamiento diferenciado por las características del entorno en el que se realiza.

A menudo se espera que los/as agentes de policía estén en su mejor forma física y mental en todo momento, pero la realidad es que muchos de ellos/as se enfrentan a desafíos significativos que pueden condicionar su bienestar psicológico.

Tanto en España como a nivel internacional, múltiples estudios han abordado este tema arrojando luz sobre la prevalencia de problemas de salud mental en entre los/las profesionales de los cuerpos de policía y emergencias y la necesidad de abordar estos problemas de manera efectiva.

Existe cierto tabú entorno a las enfermedades mentales y el suicidio. Los medios de comunicación suelen silenciar una realidad bajo la falsa creencia de que su tratamiento mediático, en el caso del suicidio, puede producir un efecto llamada. Es lo que se conoce como el efecto Werther, término acuñado desde la sociología a mediados de la década de los setenta en referencia al protagonista de la novela de Goethe, “Las penas del joven Werther”, en la que los desamores de un muchacho de corta edad le llevan a terminar con su vida.

De forma bastante generalizada, la mayoría de estudios concluyen que el impacto de la violencia laboral que supone el trabajo de policía y personal de emergencias está significativamente asociado con una mayor incidencia de trastornos de ansiedad, depresión y estrés postraumático. De este modo, estos colectivos tienen un mayor riesgo de sufrir trastornos de salud mental en comparación con la población general. Algunos datos manifiestan que entre los efectivos policiales existe el doble de probabilidades de manifestar conductas suicidas.

El estrés laboral y la exposición a situaciones traumáticas se definen como riesgos psicosociales importantes en el desarrollo de las funciones de estos colectivos, de ahí la necesidad de facilitar herramientas que permitan la autoprotección necesaria para evitar o minimizar efectos nocivos para su salud mental.

El abordaje del suicidio y las enfermedades mentales desde la perspectiva policial

El pasado 27 de marzo asistimos a la jornada Abordaje del suicidio y las enfermedades mentales desde la perspectiva policial organizada por la Guàrdia Urbana de Barcelona y el Ajuntament de Barcelona. El acto, al que asistieron representantes de más de 50 policías locales, se estructuró en tres mesas dedicadas a la prevención del suicidio en el ámbito policial, la intervención operativa en tentativas de suicidio y las enfermedades mentales y su impacto en el servicio policial.

Bajo la idea generalizada de que para prevenir un problema es necesario hablar sobre él, la primera de las mesas sirvió para presentar las herramientas desarrolladas en los últimos años desde el consistorio barcelonés.

En primer lugar, los Departamentos de Riesgos Laborales del cuerpo de bomberos de Barcelona y su policía municipal, trabajan conjuntamente con el Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones (INAD) del Parc de Salut y Mar del Hospital del Mar de Barcelona en un programa de atención psicológica dirigido a los agentes. Se trata de un servicio voluntario y confidencial que ha servido para atender a más de 700 agentes, aproximadamente un 15% de sus plantillas.

A su vez, la mesa sirvió para, de la mano de Beatriz Almenar Pasies, técnica del del departamento, presentar el Protocolo de prevención del suicidio del que dispone la Guàrdia Urbana de Barcelona desde 2019. La herramienta, que “en el segundo año de su implementación ya había llegado a toda la plantilla a través de un programa de formación interna”, tiene como objetivo la detección de conductas de riesgo entre los policías. El seguimiento del estado del/la agente, la retirada del arma de fuego como medida preventiva o la derivación del/la profesional a un centro sanitario para recibir atención psicológica urgente, son algunas de las medidas previstas atendiendo a la gravedad de cada caso.

El protocolo de prevención del suicidio de Guàrdia Urbana de Barcelona propone un programa de actuación que junto a las vías de intervención expuestas requiere de una toma de conciencia por parte de los/las agentes. En este sentido, buena parte de las formaciones realizadas persiguen dotar a los/las profesionales de un compromiso consigo mismos estableciendo la autoprotección como primera vía de protección. Los talleres recrean situaciones de riesgo que deben ser gestionadas por los participantes. A partir de ahí, se comparte la vivencia emocional que supone la actuación con la finalidad de extraer un aprendizaje que prepare emocionalmente a los/las agentes para situaciones de estas características. Es así como se consigue minimizar el impacto que pueda suponer sobre su salud mental la intervención en determinadas situaciones.

El compromiso por avanzar en materia de salud mental trasciende la realidad de los/las profesionales de la seguridad y las emergencias. En este sentido, Lídia Ametller, técnica de salud mental en el Ajuntament de Barcelona, presentó el flamante Plan de Salut Mental 2023-2030. El nuevo instrumento refuerza las 111 acciones del antiguo plan con 90 nuevas medidas desarrolladas mediante el trabajo conjunto en el seno de una comisión interdisciplinar. Este grupo, formado por instituciones y expertos/as en este campo, desarrolla propuestas procedentes de más de 500 organizaciones de la ciudad.

La celebración de la jornada también sirvió para valorar las actuaciones que los cuerpos de seguridad y otros servicios de emergencias realizan ante casos de tentativa de suicidio por parte de la ciudadanía. David Ruíz, técnico de operaciones de CAT112, el teléfono de emergencias de la Generalitat de Catalunya, informó que en 2022 el servicio recibió más de 20.000 llamadas relacionadas con tentativas de suicidio y concluyó que en los relativo al servicio de llamadas de emergencia «al gestor de emergencias se le pide que sea muy concreto: que diga lo que está pasando y sobretodo, que diga donde está pasando»

Desde el FEPSU aplaudimos iniciativas como esta. Iniciativas que permiten avanzar en el conocimiento de los problemas que nuestra sociedad refleja.