Los efectos extremos del cambio climático: la gestión del riesgo

El cambio climático es un fenómeno global que está afectando a todas las regiones del mundo. Entre sus consecuencias más visibles se encuentran los desastres naturales, la subida del nivel del mar, la acidificación de los océanos, la desertificación o la disminución de los recursos hídricos, entre otras.

Los fenómenos climáticos extremos tienen un impacto significativo en la seguridad pública provocando situaciones de emergencia. Esta realidad supone un gran desafío en la gestión de los recursos públicos y privados y obliga a todas las administraciones y organizaciones supranacionales a elaborar programas de actuación con los que hacer frente al incremento de los riesgos que amenazan a nuestras sociedades.

Tal vez no podamos evitar determinados episodios asociados a la crisis climática, pero podemos trabajar para minimizar su impacto gestionando de antemano el riesgo. En este artículo explicamos de qué manera se trabaja en el abordaje del riesgo sistémico.

Los efectos de la crisis climática y sus números

El último informe especial del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) muestra que los eventos climáticos extremos como olas de calor, sequías, inundaciones y tormentas intensas han aumentado en frecuencia e intensidad en muchos lugares del mundo en las últimas décadas. La organización, creada en 1988 por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), tiene como objetivo proporcionar a los gobiernos de todos los niveles información científica que puedan utilizar para desarrollar políticas climáticas. Entre sus órganos, cuenta con el Grupo de Trabajo sobre Soporte de Datos para las Evaluaciones de Cambio Climático (TG-Data) encargado de brindar información sobre la conservación, trazabilidad, estabilidad, disponibilidad y transparencia de datos en escenarios relacionados con los informes del IPCC. 

Así pues, entre algunas de las certezas científicas manifestadas está la de que la temperatura media global de la superficie terrestre ha sufrido un aumento superior a 1.5ºC por encima de los niveles preindustriales, periodo de tiempo tomado como referencia en los estudios sobre cambio climático y que situamos a mediados del siglo XIX. Desde entonces, debido a la quema de combustibles fósiles, principalmente, la concentración de CO2 en la atmosfera ha aumentado alrededor del 50%. Esta realidad ha provocado que los últimos años, desde 2015, hayan sido los más cálidos de todos los registros disponibles hasta el momento. El aumento de la temperatura provoca el derretimiento de los glaciares y el hielo polar y la expansión térmica de los océanos que, a su vez, ha hecho que el nivel del mar incremente en 3.3.mm por año en los últimos 25, según datos de la Agencia Espacial Europea (ESA).

En paralelo, cada vez son más y más intensos los episodios de sequía. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), alrededor del 41% de la población mundial vive en zonas donde la escasez de agua es un problema recurrente que impacta significativamente en la producción agrícola y en la seguridad alimentaria de muchas regiones del mundo. El Objetivo de desarrollo sostenible (ODS) 6 trata de “garantizar la disponibilidad de agua, su gestión sostenible y el saneamiento para todos” pero lo cierto es que la situación actual, y la prevista para los próximos años, provoca desplazamientos y conflictos entre poblaciones derivados de la ausencia de recursos hídricos.

La alteración de los patrones de lluvia y los episodios severos de sequía provocan que los incendios forestales sean cada vez más intensos e incontrolables por el estado de una vegetación altamente estresada. En España, según el Ministerio para la Transición Ecológica y el reto Demográfico, el año 2022 fue dramático en lo que a número de hectáreas quemadas se refiere. Los 7 primeros meses del año las comunidades autónomas habían reportado un total de 162.447 hectáreas calcinadas situando a España como el primer país de la Unión Europea en el siniestro ranquin de la desforestación.

GAR 2022. Reducir el riesgo.

El Global Assessment Report on Risk Reduction (GAR) es el informe que cada dos años publica la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR). Este instrumento tiene como objetivo analizar el estado actual de la reducción del riesgo en el mundo y elaborar recomendaciones para mejorar su gestión a nivel global.

Centrado en temas como la adaptación al cambio climático, la gestión de riesgos en las ciudades, su gobernanza y el diseño e inversión en programas que permitan reducirlos, el informe es el resultado de una colaboración internacional entre gobiernos, organizaciones no gubernamentales, académicos/as y expertos/as en reducción de riesgos. Su contenido se basa en la investigación y el análisis de los datos recopilados por estas organizaciones en países de todo el mundo.

En su edición de 2022, el GAR estudia cómo los sistemas de gobernanza pueden evolucionar para mejorar el abordaje de los riesgos sistémicos del futuro en un mundo superpoblado e interconectado como el actual en el que el impacto de los desastres se extiende globalmente, realidad evidenciada por la crisis sanitaria asociada a la COVID-19.

Entre el contenido de la sexta edición del GAR encontramos algunas predicciones de futuro. De confirmarse la tendencia señalada por el informe para los próximos años y hasta 2030, el mundo debe prepararse para un aumento del 40% de desastres climatológicos por año y del 30% de los episodios de sequía. Debe prepararse para ver cómo se triplican los eventos de temperatura extrema anuales. A su vez, entre las conclusiones del estudio destaca la evidencia de que el impacto de estos desastres provoca efectos en cascada en otros aspectos de la desigualdad estructural o social. Se dispone de evidencia empírica que muestra como la violencia contra las mujeres y las niñas aumenta después de los desastres.

La actividad desarrollada alrededor del GAR sigue una máxima clara: para minimizar la incertidumbre y reducir el riesgo, en primer lugar, hay que comprenderlo. En este sentido, los trabajos presentados persiguen materializar el desarrollo sostenible y evitar el impacto de futuros desastres transformando los sistemas y nuestras sociedades desde el presente. En resumen: trabajar la resiliencia reduciendo la vulnerabilidad, la exposición y la desigualdad, es una forma de reducir el coste ambiental, económico y humano que determinados desastres generan en nuestro entorno.

Para ello, el GAR2022 realiza un llamado a la acción a través de una serie de recomendaciones. En primer lugar, se debe medir aquello que valoramos. En este sentido, es recomendable que los sistemas financieros y de inversión y seguros actualicen el cálculo de los activos financieros en riesgo a largo plazo. Junto a esto, la planificación fiscal de los estados debe adaptarse a los nuevos riesgos incluyendo nuevos componentes de incertidumbre en sus presupuestos nacionales.

En segundo lugar, se recomienda el diseño de sistemas que permitan conocer de qué manera las personas toman decisiones sobre el riesgo. Es necesario reformular cómo se comercializan los productos de seguros y mejorar la comunicación sobre por qué estos son necesarios. A su vez, los estudios sobre análisis de riesgos deben percibirse como herramientas necesarias para aportar conocimiento en escenarios de incertidumbre, pero en ningún caso deben tomarse como elementos de predicción 100% fiables. El análisis de los datos por si solo es insuficiente si no se combina con un conocimiento local y con la opinión de expertos.

Finalmente, es necesario avanzar en una gestión del riesgo que huya de análisis excesivamente sectoriales. Para ello, es imprescindible adoptar nuevas “terminologías del riesgo” que sean funcionales más allá de los peligros individuales y que permitan operar en diferentes disciplinas gracias a mecanismos de “colaboración lateral”.

Desde el FEPSU trabajamos sobre la idea de que invertir en la comprensión del riesgo es la base para un desarrollo sostenible. El pasado 2022, el Foro Europeo para la Seguridad Urbana (EFUS) emitió un comunicado manifestando su posicionamiento entorno a los efectos que el cambio climático tiene sobre el diseño de las políticas de seguridad urbana. En este sentido, los socios se comprometen a adoptar las siguientes medidas:

  • Establecer un grupo de trabajo formado por expertos conectado con las redes de trabajo existentes para comprender mejor el impacto del cambio climático y sus efectos sobre la seguridad urbana.
  • Trabajar con las autoridades locales y regionales en Europa para el diseño de medidas prácticas que mejoren la evaluación, prevención e impactos potenciales del cambio climático en la seguridad urbana.
  • Reforzar la cooperación entre todos los servicios de la ciudad y la sociedad civil en la elaboración de planes integrales de adaptación al cambio climático urbano y estrategias de resiliencia.

Nuevos retos para la protección civil y la gestión de las emergencias

La protección civil es un instrumento de la seguridad pública que persigue la protección de las personas, bienes y medio ambiente ante catástrofes o situaciones de grave riesgo colectivo y emergencias.

El trabajo realizado por las administraciones públicas en materia de protección civil y gestión de las emergencias ha cobrado mucho protagonismo en los últimos tiempos. En buena medida, los efectos de la pandemia por SARS-CoV-2 y la crisis sanitaria derivada han sido el motivo principal de la intensificación del trabajo realizado por los/las profesionales del sector, pero no el único. 

Existe un consenso generalizado en la comunidad científica a la hora de reclamar una acción urgente para salvaguardar el medio ambiente. A raíz de esta situación, el pasado 2020 el Gobierno declaró la emergencia climática y ambiental comprometiéndose al desarrollo de 30 líneas de acción para hacerle frente. El calentamiento del sistema climático es inequívoco y la actividad humana, especialmente desde mediados del SXX, aparece como su causa principal provocando, entre otros muchos efectos, el incremento de fenómenos meteorológicos y climáticos extremos, una realidad fuertemente asociada a los servicios de emergencia ciudadana.

Horizonte 2035: la planificación preventiva

El incremento de episodios catastróficos en los últimos años ha constatado la necesidad de planificar modelos de respuesta eficaces en el campo de la protección civil y las emergencias derivadas del cambio climático. 

En este sentido, el pasado mes de octubre fue presentado el Plan Nacional de Reducción del Riesgo de Desastres Horizonte 2035. El documento, que cuenta con el acuerdo de representantes de todas las comunidades autónomas y de las administraciones locales, persigue ofrecer una respuesta eficaz a las crecientes emergencias derivadas del cambio climático, garantizando la seguridad integral de las personas y estableciendo el Sistema Nacional de Protección Civil como pilar esencial del Estado y como instrumento de cohesión social.

Horizonte 2035 supone una apuesta para el fortalecimiento de los órganos que configuran el Sistema Nacional de Protección Civil en todos los niveles territoriales estableciendo como eje central el impulso de la cultura preventiva. De este modo, se potencian las actuaciones previas a las emergencias, ya sea identificando y evaluando nuevos riesgos, como incrementando labores de vigilancia que permitan su inmediata detección, minimizando de esta manera el impacto sobre el territorio.

El nuevo plan, bajo la dirección de un Comité con representantes de todos los niveles territoriales, debe garantizar que las distintas administraciones disponen de la capacidad para responder a las emergencias en sus respectivos ámbitos competenciales ofreciendo una “dirección única de las emergencias de Protección Civil”.

PLASEQTA 2020: la gestión desde el territorio

Catalunya mantiene un importante tejido industrial buena parte del cual pertenece al sector químico, muy localizado en comarcas de la provincia de Tarragona. Las medidas de seguridad en materia de prevención del sector son muy exigentes, no obstante, el riesgo cero no existe, y cuando estas industrias se encuentran ubicadas cerca de núcleos de población, conviene diseñar un modelo de respuesta rápida y eficaz que minimice los daños que puedan generarse sobre la población.

EL Plan de Emergencia Exterior del Sector Químico de Tarragona (PLASEQTA 2020) fue aprobado en el mes de marzo de 2020 por el Govern de la Generalitat i supone el retorno de la gestión de las emergencias químicas al territorio.

Trece años después de que el antiguo PLASEQTA se integrara en el PLASEQCAT, el plan de emergencias para el sector químico en Catalunya, el nuevo plan prevé la respuesta a una emergencia química originada en cualquier establecimiento industrial que manipule sustancias peligrosas en las siguientes comarcas: Alt Camp, Baix Camp, Conca de Barberà, Priorat y Tarragonès. De este modo, el documento supone la recuperación actualizada de un plan específico con entidad propia y autonomía plena para la división territorial de Tarragona, una zona de influencia formada por un total de 29 municipios con una población aproximada de 370.000 personas.

El PLASEQTA 2020 establece una clasificación de los sucesos en incidentes i accidentes graves. Estos últimos, a su vez, se clasifican en tres categorías dependiendo de sus posibles efectos sobre bienes materiales, personales o medioambientales.

Otra de las modificaciones respecto a la versión anterior a 2007 es la simplificación de los escenarios en lo relativo a la activación de las señales de emergencia. El anterior plan dependía en exceso de las informaciones facilitadas por la empresa afectada, por el contrario, el nuevo documento prevé la activación de la fase de emergencia ante cualquier evidencia contrastada de afectaciones, provengan estas de la empresa afectada, de los ayuntamientos o de los ciudadanos a través del teléfono de emergencias 112.

El confinamiento como medida de autoprotección

La explosión en enero de 2020 en las instalaciones de IQOXE (Industrias Químicas del Óxido de Etileno), empresa ubicada en el polígono industrial de La Canonja, en Tarragona, evidenció la necesidad de implementar instrumentos de participación de la ciudadanía con el objetivo de poner en práctica las acciones y las medidas de autoprotección que deben adoptarse en caso de accidente.

El pasado día 2 de noviembre se realizó el primer simulacro de confinamiento por riesgo químico en la zona de Tarragona. La hipótesis del accidente consistió en simular un escape de cloro en una empresa del polígono sur con un radio de afectación de tres kilómetros. 

El ejercicio, promovido por la Direcció General de Protecció Civil del Departament d’Interior, sirvió para concienciar a la población en el confinamiento como medida de autoprotección. En este tipo de accidentes, la evacuación de la población se considera una práctica demasiado peligrosa por los efectos nocivos que una sobreexposición puede tener sobre las personas. 

De este modo, en caso de accidente en una industria química, estas son las medidas de autoprotección recomendadas desde Protección civil:

  • Refúgiate en el edificio más cercano
  • Cierra bien puertas y ventanas
  • Cierra los aparatos de aire acondicionado
  • No vayas a buscar a los niños a la escuela
  • Sigue la información a través de los canales oficiales de comunicación (radio, televisión, twitter…)
  • No salgas hasta que lo comuniquen las autoridades o hasta que sientas la señal de fin de la alerta

Otras de las medidas previstas en el plan es la instalación de sensores que permitan alertar de la presencia de cloro en el ambiente en caso de accidente químico.

Información a la población

Los principales instrumentos de alerta a la población previstos en el plan son dos: activación de sirenas de riesgo químico y avisos de emergencia al teléfono móvil (Cell Broadcasting) a la población de la zona. En este sentido, el simulacro también permitió practicar el sistema de avisos y las medidas de control de accesos.

Las sirenas activadas durante el simulacro fueron un total de 20, situadas en los municipios de Tarragona, La Canonja, Vilaseca y Salou.

El sonido de alerta se activó a las 18:30 de la tarde. Durante 3 minutos en intervalos de 1 minuto separados por 5 segundos de silencio, la población de la zona escuchó las alarmas que avisan de riesgo químico e indican la orden de confinamiento general. Finalmente, se activó la alarma de fin de alerta que indica el fin de la orden de confinamiento, una señal continua de 30 segundos de duración.

El sistema Cell Broadcasting consiste en el envío inmediato de notificaciones emergentes a los móviles inteligentes que se encuentren en la zona donde se ha producido la emergencia. Por defecto, las versiones más actualizadas de Android y iOS tienen activada la recepción de este tipo de avisos, no obstante, desde Protección Civil, a través de la página web del Departament d’Interior, se publicó la información necesaria para configurar el teléfono y activar los avisos de emergencia dependiendo del fabricante.

Desde el FEPSU entendemos que la seguridad va más allá del simple mantenimiento del orden público. Nuestras sociedades coexisten en un mundo globalizado en el que los nuevos riesgos y amenazas poco entienden de fronteras y soberanías políticas. Garantizar un nivel óptimo de seguridad pasa por realizar diagnósticos integrales que incorporen medidas de protección de personas, bienes y medio ambiente.