La vuelta a una relativa normalidad tras meses de confinamiento ha comportado algunos cambios en los hábitos de consumo y ocio de la población, sobre todo en lo que respecta a la vida nocturna. En la mayoría de ciudades se ha experimentado un incremento del uso del espacio público, pero también se ha detectado la necesidad de nuevas herramientas para gestionar los conflictos que este uso puede ocasionar. No solo se debe reforzar la sensibilización en el consumo de sustancias, especialmente entre los más jóvenes, sino que también se deben promover nuevas actividades de ocio nocturno que podrían ser más efectivas a la hora de reducir los riesgos de contagio en el contexto actual de pandemia. Para esto, sin embargo, hacen falta más recursos humanos para las administraciones locales, así como unas directrices sanitarias más claras y creatividad e imaginación en la implementación de nuevas estrategias.
Estas han sido algunas de las consideraciones que guiaron el tercer debate del ciclo de encuentros virtuales sobre “La seguridad urbana tras el Covid-19: aprendizajes y desafíos para el mundo local”, que tuvo lugar el 16 de julio y se dedicó a reflexionar sobre los nuevos retos en la gestión de la vida nocturna. Estos webinars han sido organizados por el Foro Español para la Seguridad Urbana (FEPSU), en colaboración con el Foro Europeo para la Seguridad Urbana (Efus). A continuación os compartimos algunas de las conclusiones de esta tercera sesión:
El ocio nocturno se desplaza
Tras el confinamiento, buena parte de las actividades nocturnas se ha trasladado al espacio público, sobre todo en el caso de los más jóvenes. Los cuerpos y fuerzas de seguridad han detectado una mayor concentración de personas y consumo de alcohol en plazas, parques e incluso en zonas forestales. Esto se debe a la falta de oferta de ocio nocturno tradicional, un hecho que ha provocado que toda la carga del control y la gestión de la vida nocturna quede en manos de las policías locales. Para hacer frente a esta situación será necesario realizar intervenciones educativas para reducir el consumo y la conflictividad, en lugar de simplemente provocar un desplazamiento de esta actividad de un lugar a otro.
Mensajes claros y trabajo transversal
La elaboración de campañas de comunicación con mensajes claros sobre qué se puede hacer y qué no se puede hacer es una labor que debe hacerse de forma transversal entre administraciones públicas y los entes privados que promocionan el ocio nocturno, así como otros actores que participan de la vida nocturna urbana. Además, hay que potenciar la calle como un espacio con potencial para las relaciones personales, el ocio y la cultura, sobre todo entre los adolescentes, que no han tenidoa su disposición durante el confinamiento otros espacios de esparcimiento en donde no haya una intervención adulta.
Adaptarse a la “nueva normalidad”
El contexto actual obliga a adaptar la regulación del espacio público, ya que la pandemia del Covid-19 ha cambiado las actividades que en él se desarrollan y la sensibilidad de la población hacia los conflictos que estas actividades pueden ocasionar. Además, se deben buscar nuevos mecanismos de prevención (de los conflictos y de los contagios) que vayan más allá de las sanciones, ya que ha quedado demostrado que no pueden ser la única respuesta. Mientras tanto, las administraciones deben ser tolerantes y pacientes con la población, hasta que la nueva regulación no esté clara.
Otro ocio nocturno es posible
La situación post-confinamiento se presenta también como una oportunidad para cambiar e intentar poner sobre la mesa una nueva oferta de ocio nocturno en las ciudades. Es imprescindible intentar implicar a los jóvenes y adolescentes en la coproducción de actividades de ocio que no impliquen el consumo de alcohol y en las que se puedan mantener las medidas de seguridad sanitaria, que son ahora más necesarias que nunca. Además, las estrategias de gestión de la vida nocturna deberán incorporar a otros grupos sociales, más allá de los jóvenes; ya que la crisis económica que se avecina hará también más presentes en el espacio público grupos vulnerables con consumos problemáticos.
Coordinación entre municipios
Para conseguir gestionar mejor el ocio nocturno es clave el trabajo en red entre distintas administraciones locales, ya que muchas veces estas actividades traspasan las fronteras territoriales de los municipios y hace necesaria una coordinación en la prevención de conflictos. Se debe procurar optar por un trabajo con la población que tenga un enfoque educativo y preventivo, donde la sanción sea el último paso.
Estas han sido algunas de las principales conclusiones de esta tercera sesión del ciclo de webinars sobre la seguridad urbana tras el Covid-19, que ha contado con las intervenciones iniciales de Ariadna Ros, responsable de prevención del Distrito de Sants-Montjuïc, Ayuntamiento de Barcelona; Albert Artero, jefe de la Unidad nocturna 3 de la Guardia Urbana de Barcelona; y Mireia Espejo, educadora social y técnica de Edpac (Educación para la acción crítica). La sesión ha sido moderada por Martí Navarro Regàs, gestor de proyectos del Efus.
Puedes consultar en el siguiente enlace el relato completo de la jornada.