Las ciudades juegan un rol central en el desarrollo de sociedades democráticas donde se favorezca la equidad, la justicia, la convivencia y el respeto hacia los derechos humanos. En este contexto, donde el mundo es cada vez más urbanizado, ¿cuáles son los tipos de violencia que se presentan en las ciudades y que ponen en peligro la paz social de los entornos urbanos? El informe La violencia y la paz en las ciudades, más allá de la seguridad hegemónica, elaborado por el Centre Delàs d’Estudis per la Pau (Delàs) y el Institut de Drets Humans de Catalunya (IDHC), intenta responder a esta y otras preguntas a través de una visión sobre las políticas de seguridad donde se replantean las definiciones relacionadas con la violencia directa y la seguridad de las personas. En FEPSU te compartimos algunos de los enfoques más interesantes de esta investigación.
Comprendiendo la violencia
El informe elaborado por la investigadora del Centre Delàs, Tica Font, y el investigador del IDHC, Karlos Castilla, parte de un marco conceptual que repiensa el concepto de la paz. Como señalan la autora y el autor del documento, “la paz no se contrapone a la guerra sino a la violencia, una violencia que se expresa por diversas vías o tipos”.
Entre los distintos tipos de violencia que operan en el día a día de las ciudades no se encuentra solo la violencia directa, donde se incluyen el maltrato, la intimidación e incluso el asesinato; sino también las violencias estructurales, como la falta de acceso a derechos básicos como la educación, la sanidad y la vivienda; así como las violencias de tipo cultural, que se transmiten socialmente y son utilizadas para normalizar, legitimar y justificar tanto la violencia estructural como la directa.
Por otro lado, la violencia debe ser entendida, en primer término, como una construcción social compleja conformada, la cual se estructura a partir de acciones, palabras, actitudes, sistemas o estructuras que causan daño físico, psicológico, social o medioambiental; que, en último término, impiden a una persona o colectivo alcanzar su potencial humano pleno.
“La violencia es una respuesta que puede elegirse, lo que la diferencia radicalmente del conflicto”, apuntan en el informe. Esto es así porque los conflictos pueden ser gestionados de múltiples maneras y su existencia no implica necesariamente el uso de la violencia. Para abordarlos, las herramientas más adecuadas son siempre el diálogo y la negociación.
Finalmente, para comprender la violencia hay que diferenciarla de la agresividad, ya que esta última es “una característica humana individual, que emerge como respuesta a una amenaza percibida o real”. En este sentido, puede igualmente ser educada por la socialización y no necesariamente ha de expresarse por medio de la violencia.
La violencia en todas sus caras
Además de hacer estos apuntes conceptuales, el informe analiza los tipos de violencia presentes en las ciudades y las organiza en distintas categorías, entre las cuales se encuentran:
- El desplazamiento intenso de personas de zonas rurales a la ciudad, ya que se considera una emigración forzada que viene determinada por el mercado laboral. Además, estos desplazamientos se ven afectados también por fenómenos de gentrificación y terciarización, los cuales limitan el goce de los derechos de estas personas.
- La segregación por motivos socioeconómicos y étnicos supone también una forma de desigualdad socioespacial, que se expresa no sólo en los indicadores de renta, sino también en el acceso a derechos sociales básicos, como la educación, la salud, las zonas verdes o la cultura, entre otros.
- Diversos tipos de violencias estructurales, como puede ser la violencia de género, por ejemplo, expresada no sólo en forma de agresiones directas; sino también como desigualdades en el ámbito laboral, espacial o psicológico. Además, también existen violencias estructurales como la xenofobia, el racismo o la LGTBIfobia, que vienen determinadas por el hecho de que las ciudades no son espacios homogéneos, sino lugares donde conviven múltiples comunidades étnicas, culturales, lingüísticas, religiosas o de identidades sexuales. En este sentido, el fomento de la convivencia y del respeto se vuelve una tarea crucial.
- La ciudad es también un espacio donde se producen violencias directas, desde las más obvias y evidentes, hasta otras que están relacionadas con eventos multitudinarios musicales o deportivos, espacios de ocio nocturno, la desatención de ancianos, el acoso infantil y juvenil en escuelas o redes sociales; entre otras.
El derecho a la ciudad
Finalmente, el informe hace hincapié en cómo las distintas formas de violencia que están presentes en las ciudades inciden en los derechos humanos y la importancia de que existan garantías en el sistema jurídico para no solo sancionar los actos de violencia, sino también para su prevención y así garantizar los derechos de todos y todas.
En este sentido, la autora y el autor del documento resaltan que en el caso de España la mayoría de normas e instituciones se dirigen a atender las violencias directas, unas cuantas a las violencias estructurales y son casi nulas las que se dirigen a las violencias culturales.
Por este motivo, se hace necesario entender el “derecho a la ciudad” como “un punto de encuentro de todas las garantías de los derechos humanos (normativas, no jurisdiccionales, jurisdiccionales y ciudadanos) frente a las violencias en los entornos locales o más cercanos a la vida cotidiana de las personas”.
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