Depresión Aislada en Niveles Altos

A finales del mes de octubre pasado, cerca de 80 municipios de la provincia de Valencia sufrieron las devastadoras consecuencias de uno de los episodios climáticos más graves de las últimas décadas. La DANA, acrónimo de Depresión Aislada en Niveles Altos, se ha convertido en un símbolo que invita a la reflexión sobre la gestión y seguridad de nuestras ciudades.

Este artículo, escrito con la perspectiva que brinda el paso de las semanas, busca recordar a todas las personas afectadas y, con el máximo respeto, señalar algunos de los debates que este desastre deja en torno a la seguridad y la prevención.

La DANA. Una DANA

El 29 de octubre de 2024 alrededor de las 16:00 de la tarde comenzaron a intensificarse las lluvias que caían desde la mañana sobre buena parte de la provincia de Valencia. Durante la madrugada del día 30 las tormentas descargaron entre 200 y 300 litros por metro cuadrado en pocas horas provocando graves inundaciones.

Una DANA se forma cuando una masa de aire frío en altura se desconecta de la corriente principal y entra en interacción con el aire cálido y húmedo en las capas bajas, generando inestabilidad atmosférica. La de Valencia, la DANA, sobrevoló una población de más de un millón y medio de personas y afectó de forma grave y directa a más de 250.000. Los márgenes de los ríos Turia, Júcar o Magro, pero también barrancos y cauces urbanos cedieron más allá de sus límites contribuyendo de forma decisiva a que los daños materiales fueran mayores. Entre todo el desastre, 219 personas murieron en la Comunitat Valenciana, 7 en Castilla la Mancha y 1 en Andalucía, según datos del Gobierno de España.

Cuatro meses después, las zonas afectadas siguen trabajando para recuperar la normalidad. Vecinos y vecinas se organizan para borrar de sus paisajes las huellas del dolor. En cada conversación, en cada cruce de miradas, se entrelazan cansancio, pena y el desconcierto propio que provocan los fenómenos que lo trastocan todo.

Como Sísifos embarrados. Levantar lo caído, limpiar el lodo, reconstruir lo perdido temiendo que, en cualquier momento, todo vuelva a desmoronarse. La roca rueda cuesta abajo una y otra vez. Pero, a diferencia de Sísifo, que estaba condenado a un destino inmutable, aquí aún existe la posibilidad de cambiar el rumbo. Cada catástrofe trae consigo una lección y, quizás, la clave esté en aprender a prevenir en lugar de limitarse a reconstruir. Tal vez, la clave esté en conseguir que una DANA solo sea una DANA: depresión aislada en niveles altos.

Riesgo colectivo, seguridad integral

Casi 40 años después de su publicación resulta incómodo referenciar de nuevo el archiconocido ensayo del sociólogo alemán Ulrich Beck: la sociedad de riesgo. El texto, citado en cada esquina, tuvo una influencia decisiva en estudios de sociología, política y filosofía, pero sin ninguna duda, sirvió como referencia indiscutible para situar, desde un prisma distinto, las cuestiones de la ecología en el mundo académico y en la agenda política.

En esencia, Beck plantea que, en una sociedad moderna marcada por la industrialización y el avance tecnológico, los riesgos se han transformado en amenazas globales y sistémicas que afectan a la sociedad de manera compleja e interconectada. Los peligros no afectan solo a individuos o grupos locales, sino que se distribuyen a nivel global. El cambio climático, la contaminación o las pandemias sirven de ejemplo. Aislar los efectos de ciertos riesgos, en su mayor parte creados por la actividad humana, aun cuando se manifiestan en escenarios naturales, puede resultar prácticamente imposible. 

En la sociedad del riesgo, el futuro se vuelve incierto. Aunque tratemos de gestionar estos riesgos mediante tecnologías y políticas, siempre queda un componente de incertidumbre. Las instituciones encargadas de gestionarla, a menudo, no disponen de los recursos y el conocimiento para enfrentarse a estos peligros de manera totalmente efectiva.

Y en esas andamos, tratando de encontrar un lugar digno desde el que habitar el entramado de relaciones causales que suelen acompañar a este tipo de desastres. Luchando por encontrar la explicación final, el relato decisivo y sanador que demandan quienes sufren sin merecerlo, quienes lloran por méritos ajenos.

Asumimos, porque así nos los cuentan, que la DANA y el cambio climático están estrechamente relacionados, ya que el calentamiento global, y en especial la mayor temperatura del agua del mar, intensifica ciertos fenómenos meteorológicos extremos. Entendemos que, aunque las DANAs no son nuevas, su frecuencia, intensidad y efectos destructivos están aumentando debido al cambio climático y es entonces cuando todo se vuelve más complejo ya que nada de lo que podemos hacer en esa batalla por la sostenibilidad nos será retornado con la inmediatez que requiera el dolor actual.

Lo explicó muy bien Mancur Olson en “La lógica de la acción colectiva” allá por la década de los años sesenta: los incentivos individuales afectan a la cooperación en los grupos y no hay mayor cooperación que la que requiere un planeta limpio. Las personas, en general, tendemos a no contribuir si nuestro esfuerzo no marca la diferencia o, si prescindiendo de él, obtenemos el mismo beneficio que realizándolo.

En momentos difíciles como el actual, apelar a la sostenibilidad del planeta no nos sirve de bálsamo. Al contrario, reconocer en tamaña empresa la causa de nuestro sufrimiento nos genera desasosiego e inseguridad. “Tan solo quienes miran al futuro sin preocupaciones saborean el presente con buen ánimo” escribía Zweig tras un convulso siglo XX. 

Volver a la raíz

Si la sostenibilidad del planeta es una meta lejana y de inmediatez improbable, tal vez la respuesta esté a nuestro alrededor. En tiempos de incertidumbre, cuando las grandes causas nos abruman, debemos fortalecer aquello que está en nuestras manos. Hacernos pequeños no es rendirnos, sino encontrar el espacio desde el que realmente podemos ser decisivos.

Los acontecimientos de Valencia dieron buena muestra de ello. Vecinos anónimos, pero también profesionales de los servicios de emergencias de localidades de todo el Estado, se desplazaron durante esos días, y los que seguirían, para tratar de minimizar el impacto de lo sucedido. Xàbia, Dénia, Gandía, pero también Barcelona y Madrid, entre muchas, fueron ciudades que mostraron apoyo compartiendo recursos de todo tipo. Desde la cercanía que caracteriza al mundo local, personas e instituciones se entremezclaron para dar una respuesta inmediata a la catástrofe creando una red de seguridad con la que mirar al abismo de esos días con mayor esperanza.

Tal vez se trate de empoderar a nuestras instituciones locales, hacerlas trabajar conjuntamente. Desde los sistemas de emergencias hasta las regidorías de urbanismo. Tejer lazos entre la clase política y la sociedad civil lo suficientemente resistentes como para proyectarse en el futuro y lo bastante flexibles para adaptarse a cada nuevo escenario. Si los nudos atan, los lazos unen. 

Desde FEPSU queremos mandar un cálido abrazo a todas las personas afectadas por la DANA, y muy especialmente a las ciudades socias del Foro. Seguimos a vuestra disposición para lo que necesitéis. Seguimos trabajando.

La justicia restaurativa: un enfoque innovador para la resolución de conflictos

(c) Cytonn Photography, Pexels

La justicia restaurativa es una alternativa a los sistemas tradicionales de justicia penal que se centra en la reparación del daño causado por un delito, en lugar de únicamente castigar al infractor. Este enfoque se caracteriza por la participación activa de todas las partes involucradas —víctima, infractor y comunidad— en un proceso que busca restaurar el equilibrio roto por el delito. A diferencia del sistema punitivo, donde el Estado se convierte en el principal actor al dictar sanciones, la justicia restaurativa da protagonismo a las víctimas y los ofensores, permitiendo un espacio de diálogo, reflexión y resolución más humanizado.

Este enfoque se ha popularizado en diversos países como una herramienta eficaz para abordar delitos de distintas magnitudes. Los resultados de los programas de justicia restaurativa han demostrado ser positivos, no solo en términos de satisfacción de las víctimas y reducción de la reincidencia, sino también en la creación de comunidades más cohesionadas.

Orígenes y concepto de la justicia restaurativa

Virata, un hombre justo y sabio, dedica su vida a impartir justicia desde que el rey le invistió de ese poder. Sin embargo, se enfrenta a una contradicción esencial: a pesar de sus esfuerzos por hacer el bien, sus decisiones como juez inevitablemente causan sufrimiento a otros. Este conflicto lo lleva a cuestionar si la justicia terrenal (justicia retributiva) puede realmente ser justa en un sentido absoluto y si la sanación del conflicto se satisface únicamente con la respuesta penal.

A través de esta fábula titulada “Los ojos del hermano eterno”, el escritor austríaco Stefan Zweig propone un espacio de reflexión acerca de una de las cuestiones esenciales en la convivencia de las ciudades: el tratamiento de la infracción de la norma y la gestión de la ofensa.

La justicia restaurativa tiene sus raíces en diversas culturas ancestrales, como las prácticas de resolución de conflictos de los pueblos indígenas de Nueva Zelanda (maoríes), América del Norte (nativos americanos) y África (comunidades de Sudáfrica). Estas sociedades valoraban la reparación del daño causado a la comunidad y a las personas afectadas por un conflicto, en lugar de apartar o castigar al infractor como única medida.


El término «justicia restaurativa» se popularizó a mediados del siglo XX como respuesta a las limitaciones de un sistema penal tradicional que, en muchos casos, dejaba insatisfechas tanto a las víctimas como a los infractores. En lugar de ofrecer una solución integral a los problemas causados por el delito, el sistema punitivo se centraba en sancionar a los ofensores, dejando de lado la dimensión emocional y social del conflicto. La justicia restaurativa propone un cambio de paradigma en el que el delito se percibe no solo como una violación de las leyes del Estado, sino como una ruptura de relaciones entre las personas.

Los principios clave de la justicia restaurativa incluyen:

  1. Reparación del daño: La prioridad es enmendar el daño causado a las víctimas y la comunidad. Se busca devolver el equilibrio roto por el delito.
  2. Participación de las partes afectadas: Todas las partes tienen voz en el proceso: la víctima, el infractor y, en algunos casos, miembros de la comunidad. Este enfoque busca generar un diálogo que permita a las partes expresar sus necesidades y llegar a acuerdos.
  3. Responsabilidad y rendición de cuentas: El infractor asume la responsabilidad de sus acciones y debe reconocer el impacto que ha tenido en la víctima y la comunidad. De este modo, junto a la disculpa se crea un espacio para que nazca el compromiso de realizar acciones concretas para la reparación del daño.
  4. Reintegración: La justicia restaurativa busca que víctima e infractor puedan volver a formar parte de la comunidad, evitando la estigmatización y el aislamiento, factores que pueden perpetuar el ciclo del delito.

Medidas y mecanismos de la justicia restaurativa

A través de diversas prácticas y medidas, la justicia restaurativa busca crear espacios donde las víctimas puedan expresar su dolor y los ofensores puedan entender el impacto de sus acciones.


Las conferencias restaurativas son encuentros formales que reúnen a la víctima, al infractor y, con frecuencia, a miembros de la comunidad, como familiares o amigos de ambas partes. Estos encuentros son facilitados por un mediador capacitado, cuyo propósito es guiar la conversación hacia el reconocimiento del daño causado y la búsqueda de soluciones para repararlo. Este proceso tiene como objetivo principal que el infractor asuma responsabilidad directa por sus actos y que la víctima reciba tanto una compensación emocional como, en algunos casos, material. Al dialogar cara a cara, la víctima puede expresar cómo le ha afectado el delito, mientras que el infractor explica las circunstancias de su acción y se compromete a reparar el daño.


Por otro lado, los círculos de paz y círculos restaurativos, inspirados en prácticas indígenas, son procesos comunitarios que se desarrollan en un entorno seguro y estructurado. En estos encuentros, las víctimas, los infractores y los miembros de la comunidad se sientan en un círculo que fomenta un espacio de igualdad donde todos pueden hablar y ser escuchados. El diálogo busca que el infractor reconozca el daño causado, que la víctima encuentre apoyo emocional y que la comunidad participe en la reintegración del ofensor. Además de ser una herramienta de reparación, estos círculos pueden tener un carácter preventivo, ayudando a resolver tensiones antes de que escalen a conflictos mayores.


La mediación penal, en cambio, es un mecanismo que cuenta con la intervención de una tercera parte neutral que facilita el diálogo entre víctima e infractor. Este enfoque, más flexible y privado que las conferencias restaurativas, no tiene como objetivo forzar la reconciliación, sino alcanzar acuerdos sobre cómo se puede reparar el daño. Resulta especialmente útil en casos de delitos menores, donde ambas partes están dispuestas a participar de forma voluntaria y a buscar soluciones conjuntas. Los acuerdos alcanzados en la mediación pueden incluir compensaciones económicas, trabajos comunitarios u otras acciones adecuadas para reparar el daño causado.


Otra herramienta importante en la justicia restaurativa son los programas de servicio comunitario que permiten a los infractores reparar el daño al colectivo a través de trabajos que beneficien a la comunidad afectada. Este enfoque promueve tanto la responsabilidad como la rehabilitación y reintegración social. En algunos casos, estos programas se combinan con otros mecanismos restaurativos, como la mediación o las conferencias, para que la comunidad también tenga un papel activo en decidir qué tipo de servicio sería más adecuado.


Por último, la restitución es una medida mediante la cual el infractor compensa directamente a la víctima, ya sea de forma financiera o material. Puede implicar el pago de daños económicos o la reparación de bienes afectados por el delito. En muchos sistemas de justicia restaurativa, la restitución se integra en acuerdos más amplios alcanzados a través de conferencias o mediaciones, reforzando el compromiso del infractor con la reparación efectiva del daño causado.

Beneficios de la justicia restaurativa

La justicia restaurativa ofrece numerosos beneficios que impactan de manera positiva a las víctimas, los infractores y la comunidad en general. Uno de los aspectos más destacados es la satisfacción que experimentan las víctimas al participar en este tipo de procesos, ya que se les brinda la oportunidad de ser escuchadas y de recibir un reconocimiento explícito de su sufrimiento. Además, este enfoque promueve la reducción de la reincidencia, pues al responsabilizarse de sus actos, los infractores tienden a desarrollar un mayor compromiso con evitar comportamientos delictivos en el futuro, siendo especialmente efectivo en el caso de los jóvenes.


Otro beneficio significativo es la posibilidad de reintegración social para los ofensores, quienes, al no enfrentarse al estigma de un castigo severo o la reclusión, tienen mejores oportunidades para rehabilitarse y reincorporarse de forma constructiva en la sociedad. Por último, la justicia restaurativa fortalece los lazos comunitarios, ya que fomenta la participación activa de los ciudadanos en la resolución de conflictos, contribuyendo a construir comunidades más resilientes y cohesionadas.


La justicia restaurativa ofrece un enfoque más humano y constructivo para abordar el crimen. Su enfoque en la reparación del daño, la participación de las partes afectadas y la reintegración social ha demostrado ser una alternativa eficaz y transformadora frente a los sistemas punitivos tradicionales. Aunque no es adecuada para todos los tipos de delitos, su implementación en diferentes contextos muestra que es posible construir una justicia que no solo castigue, sino que también sane y reconcilie.

La colaboración institucional como herramienta de implementación

El pasado mes de julio el Ajuntament de Barcelona y el Col•legi d’Advocats de Barcelona (ICAB) firmaban un convenio para impulsar un programa piloto de justicia restaurativa para víctimas de accidentes de tráfico en Barcelona.


El programa, gestionado por Guàrdia Urbana de Barcelona y el centro ADR del ICAB (centro de resolución alternativa de conflictos), pretende facilitar un espacio en el que aportar información i datos que sirvan para reparar a las partes implicadas en los hechos, tanto desde el punto de vista personal como material dando la posibilidad de participar en la gestión de los intereses propios.


El programa piloto se presentó con una duración temporal de 6 meses tras los cuales ambas instituciones elaborarán una valoración y presentación de resultados que sirva para valorar la implementación de los servicios y la posibilidad de ampliar sus objetivos a nuevas realidades.


Desde FEPSU trabajamos en conocer todas aquellas herramientas encaminadas a mejorar la seguridad y la convivencia de nuestras ciudades y de las comunidades que las conforman.

¡Bienvenida, Murcia!

¡En el Fórum Español para la Prevención y la Seguridad Urbana (FEPSU) estamos felices de anunciar la adhesión de la ciudad de Murcia a nuestra red! Con esta última incorporación, sumamos ya 18 ciudades y regiones unidas en el objetivo de promover espacios más seguros y cohesionados, y ampliamos espacios de debate y cooperación para hacer de nuestras ciudades un lugar mejor.

Una policía con un enfoque preventivo, cercano e innovador

La Policía Local de Murcia desarrolla una importante labor preventiva ante las problemáticas de seguridad y convivencia con un enfoque importante en la percepción de seguridad y la cercanía a la ciudadanía. En esta línea, el cuerpo desarrolla un diverso conjunto de campañas, entre ellas, la campaña «Policía Visible», que tiene por objetivo principal potenciar la presencia policial para prevenir acciones delictivas pero también para proporcionar una mayor percepción de seguridad; o la campaña «Quedadas seguras», la cual persigue prevenir las infracciones cometidas en el marco de las quedadas de jóvenes y que, además, pretende generar un «clima de seguridad entre los menores que aumente su sensación de seguridad».

La cercanía a la ciudadanía y la voluntad de acercar los servicios de la policía a aquellos/as que más lo pueden necesitar es otro pilar fundamental en la acción de la Policía Local de Murcia. Un ejemplo de esta cercanía es el denominado Plan de Seguridad Vecinal, que pretende facilitar el acceso a los servicios de la población extrangera residente en Murcia; o los Consejos para mayores, campaña dirigida a la tercera edad con el objetivo de prevenir que sean víctimas de delitos mediante charlas con consejos e información práctica.

Además, Murcia apuesta por la mediación como una herramienta clave para la resolución pacífica de conflictos, con un servicio de Mediación Policial que trabaja activamente en la prevención y gestión de situaciones que podrían derivar en enfrentamientos o disputas, fomentando el diálogo y la cohesión social.

Seguridad y convivencia con una visión europea

Contribuir a ciudades donde vivir mejor pasa necesariamente por trabajar con una visión social para mejorar la convivencia en nuestros barriosAdemás, el trabajo transversal es clave cuando hablamos de mejorar la seguridad y la convivencia, ya ninguna de estas dos ámbitos son cuestiones únicamente policiales: a menudo, una gran diversidad de servicios municipales – como los servicios responsables de la convivencia y la seguridad, la limpieza o sanidad, por citar algunos ejemplos – o entidades del tejido asociativo unen esfuerzos para mejorar los entornos urbanos.

Un ejemplo proyecto transversal para mejorar la convivencia en Murcia es Conexiones vitales, que tiene por objetivo principal mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y las ciudadanas y, en general, mejorar los barrios de la ciudad de Murcia donde se perciben necesidades específicas. Desde problemáticas relativas a la vivienda hasta el deterioro de la convivencia, este plan aborda diferentes problemáticas desde un enfoque transversal, de manera que se crean equipos multidisciplinares – los cuales, además, conocen a la perfección el territorio sobre el que intervienen – para abordar mejor los problemas en los barrios.

La proyección internacional de Murcia en materia de seguridad urbana también se ha visto impulsada por su apuesta por la innovación y el trabajo en proyectos europeos. Desde el Departamento de Programas Europeos de la Policía Local de Murcia, la ciudad participa en diversas iniciativas financiadas por la Unión Europea que abordan cuestiones como la lucha contra la radicalización, la protección de infraestructuras sensibles, la seguridad en eventos multitudinarios y la aplicación de nuevas tecnologías en la prevención del delito. Esta apuesta permite a Murcia colaborar con otros cuerpos policiales europeos, compartir experiencias y aplicar estrategias innovadoras para mejorar la seguridad de sus ciudadanos.

¡Únete al FEPSU!

El Fórum Español para la Prevención y la Seguridad Urbana (FEPSU) es una red de ciudades y regiones españolas con el objetivo de promover las políticas públicas de seguridad urbana y convivencia desde un enfoque transversal. En el FEPSU intercambiamos conocimiento y experiencias mediante formaciones, webinars y grupos de trabajo, así como participamos en proyectos prometedores para hacer de nuestras ciudades un lugar mejor.

El FEPSU es el respresentante en España del European Forum for Urban Security (Efus), una red de 250 ciudades y regiones con el mismo objetivo que el FEPSU pero a nivel europeo.

Si como Murcia deseas que tu ciudad o región se una a la única red europea dedicada a la seguridad urbana, la prevención y la convivencia, no dudes en consultar cómo hacerlo o contactarnos en info@fepsu.es.

Convivencia en la ciudad: habitar la piel de los demás

A menudo citamos como problemas de seguridad pública meros conflictos de convivencia. Es cierto que, en ocasiones, estos conflictos escalan y acaban convirtiéndose en temas centrales para la vida de las ciudades, especialmente en aquellas con gran densidad poblacional, pero conviene diferenciar las problemáticas asociadas a la criminalidad de aquellas derivadas de la convivencia en los espacios compartidos.

En este artículo proponemos algunas reflexiones sobre la convivencia en las ciudades y en los espacios comunes, dirigir el foco de las instituciones a las personas y explorar de qué está formada la cohesión social.

No estamos solos

Los estudios y reflexiones sobre convivencia han acompañado al ser humano desde muy antiguo. Aristóteles, en su “Política”, ya se refiere al ser humano como un “animal político” cuyo pleno desarrollo y potencialidad son solo alcanzables en relación con otros. No hay virtud y felicidad fuera de una comunidad que se manifiesta justa.


De la misma manera que sucede con el poder político, existe un “contrato social” no escrito por el que se llegaría a un equilibrio entre los miembros de una comunidad. Hobbes, Rousseau o Locke trabajaron desde esta ficción sentando las bases de las comunidades políticas y sociales modernas y asumiendo que la seguridad del grupo se construye de pequeñas renuncias de derechos e intereses individuales.


En otras ocasiones, así lo explica Arendt en su célebre libro La condición Humana muchos años después, la diversidad de perspectivas y experiencias en una sociedad es lo que enriquece esa vida comunitaria. En este sentido, el espacio público debe entenderse como un lugar compartido, un espacio en el que fomentar la convivencia democrática compartiendo acciones y discursos.

De este modo, vemos como lo común, lo interpersonal, ha sido objeto de estudio y análisis desde que las personas comparten espacio y relaciones de forma permanente. Por esta razón, el desarrollo de grandes concentraciones de población, mantiene activa la necesidad de pensar la convivencia no solo com la ausencia de conflicto, sino también como la presencia activa de relaciones positivas de respeto mutuo y cooperación.

Problemas y Retos de la Convivencia en las Grandes Ciudades

Las grandes ciudades como epicentros de diversidad y dinamismo presentan un escenario complejo para la convivencia. La transformación de estos espacios reformula continuamente los problemas asociados a la vida en común y en buena medida, su alcance depende de las intervenciones que se realizan desde las instituciones. Los desafíos en materia de convivencia son muchos y constantes. A continuación, exponemos algunos de los más estudiados en los últimos tiempos.


La diversidad cultural y los conflictos identitarios. La globalización ha intensificado la diversidad cultural en las grandes ciudades, trayendo consigo una variedad de costumbres, lenguas, religiones y modos de vida. Si bien esta diversidad puede ser una fuente de riqueza cultural, también puede generar tensiones y conflictos identitarios. Según Amartya Sen en Identity and Violence, la imposición de una única identidad sobre los individuos puede ser una fuente de violencia y fragmentación social, de este modo, deviene imprescindible el respeto y la comprensión sensata de la libertad humana como único camino para
sortear los discursos de odio nacientes en espacios diversos y multiculturales.

La desigualdad económica es uno de los principales obstáculos para la convivencia pacífica en las ciudades. La brecha entre ricos y pobres se traduce en una segregación espacial y social, donde los más desfavorecidos a menudo viven en barrios marginales con acceso limitado a servicios básicos. Los estudios sobre victimización existentes en el estado español atestiguan esta realidad en el campo de la seguridad pública. Las personas que declaran malas situaciones económicas registran mayores niveles de victimización, así como mayor sentimiento de inseguridad.


Thomas Piketty, en El capital en el siglo XXI, subraya que la desigualdad económica no solo es un problema moral, sino que también socava la cohesión social y la convivencia.

El espacio público y su privatización. El espacio público es esencial para la convivencia ya que proporciona un lugar donde las personas pueden interactuar y construir relaciones comunitarias. Sin embargo, la privatización y comercialización de estos espacios en las grandes ciudades o la restricción en el uso a determinados colectivos limita el acceso y la inclusión. La vitalidad de una ciudad depende de la accesibilidad y la diversidad de sus espacios públicos. En esencia, lo que diferencia una ciudad de una mera aglomeración de personas desconocidas, cercanas físicamente y desconfiadas las unas de las otras, es el uso que damos a los espacios comunes. En ellos, las personas se reconocen y asimilan sus alegrías, sus preocupaciones, todo aquello que las homologa como ciudadanía de un mismo lugar.

La violencia y la seguridad. La violencia urbana es un desafío significativo para la convivencia. Las tasas de criminalidad, el miedo al delito y la presencia de fuerzas de seguridad pueden condicionar la calidad de vida y la confianza entre los ciudadanos. Si bien es cierto que en el ranking de ciudades más peligrosas de Europa España se mantiene fuera de las treinta primeras posiciones, la preocupación por la seguridad y el sentimiento de amenaza parecen comportarse de forma autónoma respecto al registro de hechos, una realidad que a menudo convierte la seguridad pública en un arma arrojadiza con fines políticos y relativo compromiso con la verdad.

El Índice Muhammad Ali

Recientemente verá la luz uno de las iniciativas investigadoras más interesantes de los últimos tiempos en materia de convivencia. Liderado por el Ali Center de Lousville, en Estados Unidos, y la consultora de inteligencia cultural sparks & honey, el Índice Muhammad Ali es un estudio de investigación pionero que persigue medir de qué manera y en qué medida se expresa la compasión en las ciudades de todo el país.


A diferencia de otros estudios realizados sobre temas similares basados en encuestas autoinformadas, el proyecto Índice Muhammad Ali presenta dos capas adicionales. Por un lado, la recogida de datos de comportamiento digital en las principales redes sociales y, por otro lado, una aproximación al estado cultural del país y su evolución a través de herramientas de inteligencia artificial propias. Esta mezcla de registros debe permitir ir más allá de la “evaluación de la compasión a través de una lente cultural única añadiendo una visión predictiva y prospectiva al proyecto”. En otras palabras, se trata de medir cómo interactúan las personas en redes sociales, pero también de detectar posibles cambios en el marco cultural que nos permitan entender qué camino siguen las relaciones humanas y qué cabe esperar de ellas en un futuro.


Los trabajos comenzaron el mes de junio con un programa piloto de 12 ciudades, entre ellas Louisville, San Antonio, Denver, Nueva York, Los Ángeles, Chicago, Las Vegas, Dallas/Fort Worth, Atlanta, Seattle, Phoenix y Jacksonville, y también incluirá datos nacionales sobre compasión que serán relevantes para todas las ciudades. Está previsto que el mes de octubre se presente un primer informe con un análisis exhaustivo de los resultados, así como un catálogo de recomendaciones que permita mejorar la manera como las personas percibimos las necesidades o problemáticas de quienes nos rodean. El fin último de la investigación, más allá de proporcionar un retrato del estado de la cuestión, debe permitir que los gobiernos locales de las ciudades participantes diseñen e implementen políticas de fomento de las relaciones interpersonales en la comunidad, siempre potenciando la empatía y la predisposición ciudadana con los demás.

Formación interna «Seguridad, convivencia y diseño urbano»

¿Cómo podemos repensar los espacios públicos para hacerlos más seguros? El diseño urbano aplicado al campo de la seguridad y la convivencia – más conocido como Crime Prevention Through Environmental Design (CPTED) – será el protagonista de la formación interna para miembros que llevaremos a cabo los días 19 y 20 de noviembre.

Mediante el análisis y la exposición de diferentes casuísticas, analizaremos las diferentes estrategias CPTED que se pueden llevar a cabo y así profundizar sobre respuestas concretas a problemas específicos que las ciudades y las regiones pueden diseñar. Así, el objetivo de esta formación interna es poder ampliar conocimientos y debatir sobre las políticas públicas que se podrían diseñar en el ámbito CPTED.

El ámbito CPTED es multidisciplinar, por ello, esta formación se dirige a policías locales, técnicos de convivencia, prevención o urbanismo.

Programa:

La conferencia anual del FEPSU queda cancelada

Barcelona, 4 de noviembre de 2024 – Desde el Fórum Español para la Prevención y la Seguridad Urbana (FEPSU) lamentamos anunciar que, debido a las consecuencias devastadoras de la DANA que ha afectado a varias regiones de nuestro país, y en especial a la Comunidad Valenciana, hemos tomado la decisión de cancelar temporalmente nuestra conferencia anual.

Actualmente, es un objetivo urgente asistir a las víctimas y personas afectadas por la DANA, y en ello tienen un papel clave los cuerpos de seguridad y emergencias. Aunque ningún municipio ni región de la red del FEPSU ha resultado directamente afectado, es prioritario que se dediquen todos los esfuerzos posibles a la colaboración entre territorios y a la coordinación de las tareas de los efectivos que trabajan en las zonas afectadas.

Por otro lado, queremos trasladar nuestras más sinceras disculpas por las molestias que la cancelación de nuestro evento anual pudiera causar, así como expresar todo nuestro apoyo a víctimas y afectados, a la sociedad civil y a los miembros de los cuerpos de seguridad y emergencias que se encuentran en las zonas afectadas por la DANA.

El FEPSU es una plataforma de encuentro donde compartir nuestras inquietudes sobre cómo hacer de nuestras ciudades un lugar más seguro. Sin duda, lo acaecido en estos pasados días marcará un precedente para explorar nuevas líneas de trabajo.

La nueva fecha de la conferencia será anunciada en nuestra web y redes sociales.

Atentamente,

El equipo del FEPSU

¡El FEPSU da la bienvenida a la ciudad de Irún!

¡Desde el Fórum Español para la Prevención y la Seguridad Urbana (FEPSU) queremos dar oficialmente la bienvenida a la ciudad de Irún! El pleno municipal de la localidad gipuzcuoana aprobó recientemente la adhesión al Efus y al FEPSU con el firme compromiso de hacer de Irún una ciudad más segura y con la voluntad de compartir experiencias en el campo de la convivencia, una área en la que han trabajado con intensidad en estos últimos años.

¡Acompáñanos a conocer más sobre la acción de Irún en el campo de la seguridad y la convivencia en esta entrada!

Un pacto por la convivencia y la seguridad

Bajo la visión de que las ciudades deben ser «espacios de seguridad, libertad y bienestar», los diferentes partidos políticos del Ayuntamiento de Irún firmaron en el año 2023 el Pacto por la Convivencia y la Seguridad. Este pacto, que pretende definir el marco de actuación en el campo de la convivencia y la seguridad, muestra un claro compromiso en el diseño de políticas transversales para espacios más seguros y prevé un conjunto de medidas que tienen como objetivo hacer de Irún una ciudad con más calidad de vida para sus habitantes.

La cohesión social, los colectivos vulnerables, la importancia de la prevención o un modelo de policía de proximidad con enfoque comunitario son parte de las áreas de actuación que fija el pacto en su última versión, las cuales involucran a los poderes públicos, a la ciudadanía y al tejido asociativo.

Irún, por el civismo

En la misma línea de trabajo en pro de la convivencia, el Ayuntamiento de Irún ha desarrollado distintas líneas de actuación para promover el civismo entre sus habitantes. Hablamos del programa «Irún por el civismo», que comprende un conjunto de acciones que tienen por objetivo conseguir una ciudad «más bonita, limpia y agradable».

Entre las áreas que abarca el programa se hallan la promoción de las normas de convivencia comunitaria, de circulación en bicicleta y patinete eléctrico, entre otras. Además, hacen incapié en las sanciones previstas por acciones concretas que alteran la convivencia.

¡Empecemos a trabajar juntos!

Con la promoción de las políticas de seguridad y convivencia como prioridad, la ciudad de Irún empezará a partir de ahora a trabajar conjuntamente con el resto de miembros del FEPSU para promover una ciudad mejor para sus habitantes. Si tu territorio – ciudad o regón – desea formar parte de la red, no dudes en consultar la información en nuestra web o en contactarnos a info@fepsu.es.

Enlaces de interés

Consulta la notícia sobre la adhesión al FEPSU en la web del Ayuntamiento de Irún

Fuentes:

https://www.irun.org/es/noticias/actualidad-municipal/12152-pacto-por-la-seguridad-y-la-convivencia

https://www.irun.org/es/policia-local-y-convivencia/convivencia-y-civismo/irun-por-el-civismo

¿Es mi ciudad/región un lugar seguro? Una formación interna sobre encuestas de victimización

Los próximos días 6 y 7 de noviembre llevaremos a cabo la formación interna «Encuestas de victimización: hechos y opiniones sobre la seguridad pública», en la que ofreceremos una introducción a los aspectos técnicos que forman parte de la elaboración de encuestas.

Los hechos – es decir, la dimesión objetiva de la seguridad – y las opiniones – que forman parte de la percepción de (in)seguridad- serán el objetivo de las encuestas que los asistentes a la formación aprenderán a diseñar. Y es que es precisamente el diseño del estudio – los datos a recoger o la metodología – y la explotación de los datos los elementos clave a la hora de determinar el éxito y el rigor de la encuesta.

Esta formación responde a las necesidades de la red del FEPSU, que en varias ocasiones ha mostrado interés acerca de la elaboración de encuestas de victimización. Es clave que las ciudades y regiones cuenten con herramientas diagnósticas para tomar las mejores decisiones en política pública y estrategias de prevención de la delincuencia o promoción de la convivencia. Por ello, los miembros del FEPSU ponen su conocimiento al servicio de la red en su totalidad.

¡Consulta el programa de la formación!

Encuestas de victimización (III): variables e indicadores

Encuestas de victimización

Con esta entrada terminamos la serie de artículos dedicados a las encuestas de victimización. En las dos primeras entregas hemos hablado del origen de estos estudios, de su objeto de estudio y de las principales referencias a nivel mundial y en el estado español.

Con esta entrada presentamos las principales variables e indicadores y compartimos las mejores estrategias de análisis para la elaboración de un informe de resultados en el ámbito de la victimización y la percepción de seguridad.

La victimización

La principal unidad de medición de la victimización responde al nombre de índice de victimización. En esencia, este indicador mide la prevalencia de la victimización, esto es, el porcentaje de personas encuestadas que ha sido víctima de uno o más hechos de entre los contemplados en el estudio. En algunos casos, Estados Unidos y México son un ejemplo, la prevalencia se focaliza en los hogares seleccionados para el estudio, en el caso de las tres encuestas existentes en Catalunya la unidad de muestra es la persona seleccionada.

Como se ha señaladoen la primera y la segunda entrega de esta serie, hay que atender al contenido de ese índice de victimización, esto es, al tipo de hechos del que se construye. En otras palabras, el valor de ese porcentaje está relacionado con la cifra, siempre es preferible que sea baja, pero también con el tipo de experiencias que la conforman, siempre es preferible contabilizar hurtos a robos con violencia o agresiones físicas, esto es, hechos de menor impacto para las personas que los sufren. Así pues, cualquier análisis de los índices de victimización debe atender a la tendencia, aumento o disminución, de la prevalencia de la victimización, pero también a su composición.

En relación a esa composición, las encuestas de victimización suelen incorporar una variable denominada recuerdo espontáneo. La pregunta suele encontrarse al inicio del cuestionario y consiste en preguntar a las personas encuestadas si en el último año recuerdan haber sido víctimas de algún delito. Lo peculiar de esta pregunta es que su formulación se realiza antes de exponer ningún hecho concreto. De esta manera, se asegura que las respuestas de las personas relatan hechos presentes en su memoria, sin ninguna inducción externa. Esta variable es relevante en la medida que permite conocer qué porcentaje de las personas victimizadas recuerda por si sola los hechos y qué porcentaje los recuerda después de ser interpelado de forma directa sobre los mismos.

Como norma general, cabe suponer que los hechos recordados de forma espontánea han generado un mayor impacto en las personas que los relatan. Idealmente, se quiere un porcentaje bajo de recuerdo espontáneo y lo más alejado posible del índice de victimización. Esta realidad confirmaría una victimización de bajo impacto para las personas que la sufren.

Junto a la prevalencia encontramos la incidencia de esa victimización. En este caso hablamos del número total de hechos experimentados por la ciudadanía en un periodo de tiempo determinado. A diferencia de la prevalencia, que cuenta a las víctimas individuales, la incidencia cuenta cada evento delictivo. En esencia, suele presentarse relacionando el total de personas entrevistadas y el total de hechos registrados, expresándose como el porcentaje de hechos por cada 100 habitantes. Es lo que conocemos como índice de hechos delictivos. De este indicador nace también la ratio de multivictimización, el valor promedio de hechos sufridos por cada persona víctima. Hay que tener en cuenta que los aumentos de incidencia no siempre van acompañados de mayor prevalencia. En otras palabras, pueden aumentar los hechos, pero quedar repartidos entre el mismo número de personas, incluso menos produciéndose un aumento de la ratio de multivictimización.

La denuncia

Si las encuestas de victimización deben servir, entre otras cosas, para conocer la magnitud de la cifra negra, los hechos no informados a la administración, es importante conocer si las experiencias de victimización declaradas en la encuesta fueron denunciadas.

La construcción del índice de denuncia se realiza sobre la base de hechos que previamente han sido considerados delictivos. Lo peculiar de la situación es que ese carácter delictivo es expresado por la persona entrevistada. En efecto, no cabría esperar que aquello que no ha sido considerado delictivo fuese denunciado. Es por eso que más allá del conocimiento jurídico que la ciudadanía pueda tener sobre el sistema penal, lo que se busca es la percepción de las personas sobre el carácter delictivo de los hechos que sufren. Esa es, en definitiva, la percepción sobre la que nacerá la iniciativa de denunciar o no hacerlo.

Por otro lado, es importante especificar que la denuncia debe materializarse con la firma y presentación formal de un documento ante la policía o los juzgados, de lo contrario, podrían estar registrándose como denuncias simples quejas ciudadanas, comprometiendo de ese modo el objetivo de iluminar la cifra negra.

De este modo, el índice de denuncia debe entenderse como el porcentaje de hechos denunciados mediante la firma de un documento ante la policía o los juzgados entre aquellos hechos considerados delictivos.

Junto al índice de denuncia general, el que resulta del análisis conjunto de todos los tipos de hechos, conviene desglosar la lectura por ámbitos. De este modo, suelen encontrarse diferencias significativas entre hechos relacionados con el domicilio o la seguridad personal, con niveles de denuncia más elevados, y hechos como las estafas y engaños, con un historial muy humilde en lo que a denuncia se refiere.

Las encuestas de victimización suelen incorporar preguntas relacionadas con los motivos que provocan que las personas no denuncien hechos declarados como experiencias de victimización. Entre los más habituales se encuentra la escasa importancia que se le dio a los hechos, la certeza de que la policía no puede hacer gran cosa, o los desincentivos relacionados con el procedimiento de denuncia (esperas, papeleos…)

La percepción de seguridad

Como se ha explicado en anteriores entregas de la serie, las preguntas sobre victimización se complementan con las de percepción de seguridad. De este modo, las encuestas de victimización son estudios relevantes en el terreno de los hechos, pero también en el de las opiniones o percepciones.

De forma muy resumida. La percepción de seguridad suele abordarse desde tres puntos de vista.

Hablamos de una aproximación cognitiva cuando pedimos a las personas un análisis lo más objetivo posible de la seguridad en su municipio o barrio. Ciertamente, la percepción sobre cualquier cosa tiene un componente de subjetividad indisociable de su naturaleza, no obstante, se espera de las respuestas un diagnóstico genérico sin valorar de manera específica experiencias personales. Es evidente que las percepciones se construyen, también, de las experiencias individuales, pero en este caso se persigue una valoración (una nota entre 0 y 10) global. En otras palabras, nada impide que una persona victimizada pueda considerar que, pese a todo, su ciudad es un lugar seguro.

Una segunda manera de valorar cómo percibimos la seguridad se relaciona con una aproximación al fenómeno de tipo emotivo. En este sentido, suelen incorporarse preguntas relativas al nivel de preocupación que genera la delincuencia o los niveles de pesimismo u optimismo con la evolución que esta pueda tener.

Finalmente, también es relevante conocer hasta qué punto las personas modifican su comportamiento con la finalidad de evitar ser víctimas de determinados hechos. Algunos ejemplos se relacionan con el hecho de dejar de pasear a determinadas horas o por determinados lugares, o la instalación de sistemas de seguridad en los domicilios para evitar robos.

Existen numerosos estudios que acreditan una correlación positiva entre la percepción de seguridad de la ciudadanía y la valoración que ésta realiza de los servicios policiales. En otras palabras, cuando la policía goza de una legitimidad sólida, los niveles de seguridad percibidos son mayores. Es por ello que conviene dedicar preguntas de una encuesta de victimización a conocer la valoración de los cuerpos de policía existentes sobre un territorio. Esta valoración puede registrarse de forma genérica, es el caso de la clásica puntuación entre 0 y 10, o puede concretarse en funciones específicas como el sistema de recepción de denuncia. Del mismo modo, también puede diferenciarse atendiendo a quien toma la iniciativa en el contacto: ciudadanos/as que recurren a la policía o policías que contactan con ciudadanos/as.

Con esta tercera entrega terminamos la serie dedicada a las encuestas de victimización. A lo largo de tres artículos hemos conocido su razón de ser, el papel que pueden desempeñar en el diseño de políticas de seguridad, algunos referentes tanto internacionales como nacionales y el funcionamiento de sus principales indicadores y variables.

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Encuestas de victimización (II): referentes internacionales y comparabilidad

En esta entrada seguiremos profundizando en las encuestas de victimización como instrumento de medición de la seguridad y analizaremos las experiencias más o menos cercanas, en un ámbito de estudio consolidado desde finales de siglo pasado.


Las encuestas de victimización en el mundo

Uno de los primeros esfuerzos notables en el estudio de la victimización fue el Programa Nacional de Encuestas sobre delincuencia y Justicia que evolucionó hasta convertirse en la actual Encuesta Nacional de Victimización Delictiva (NCVS). Hasta el día de hoy y desde 1973, la NCVS ha madurado convirtiéndose en la fuente más importante de datos sobre la victimización delictiva en los Estados Unidos.

La encuesta la realiza la Oficina del Censo de Estados Unidos de parte de la Oficina de Estadísticas Judiciales (BJS) del Departamento de Justicia y permite recabar información sobre los delitos desde la perspectiva de las víctimas, sin importar si estos se reportaron o no a la policía. De esta manera, junto al registro numérico del tipo y cantidad de hechos, se obtiene información de las características de las persones y de los hogares, el momento y lugar en el que suceden los hechos, las lesiones que provocan i el posible empleo de armas.

Uno de los elementos singulares de la NCVS se encuentra en la selección de la muestra. A diferencia de lo que sucede con otros estudios de las mismas características, la unidad de nuestra básica son los domicilios, no las personas, y el seguimiento de estos espacios se lleva a cabo durante tres años y medio. Se consideran miembros de un hogar las personas de 12 años o más que residen en él de forma habitual en el momento de la entrevista. De esta manera, en caso de que los inquilinos de un hogar seleccionado cambien de ubicación, los nuevos moradores serán los encargados de continuar con la monitorización del espacio reportando sus experiencias.

Más reciente, pero con un trabajo exhaustivo en los últimos años encontramos la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre la Seguridad (ENVIPE) coordinada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en Méjico. Desde su primera edición en 2011, el estudio ha presentado un informe anual de manera ininterrumpida.

De la misma manera que la NCVS, EVIPE trabaja sobre un muestreo en que la unidad primaria está constituida por manzanas con un mínimo y máximo de viviendas, dependiendo de si se trata de un entorno rural o urbano. En este caso, las entrevistas se realizan a personas de 18 años o más y el estudio permite presentar resultados a nivel nacional y para cada una de las 31 realidades federativas, incluyendo Ciudad de Méjico. En su edición de 2022 la muestra se constituyó de 102.093 viviendas, cosa que de una idea del alcance y ambición del proyecto.

ENVIPE recoge datos sobre victimización, pero en la sección cuarta de su cuestionario desarrolla con mucho detalle cuestiones relacionas con la percepción de seguridad de los participantes en el estudio. De este modo, se recogen preguntas acerca de la preocupación por temas como la pobreza, desempleo, narcotráfico o corrupción; sobre el sentimiento de inseguridad en determinados espacios como la casa, el trabajo, la calle, el banco…; o las probabilidades estimadas de sufrir un robo total o parcial de vehículo, un asalto en su habitación o un fraude o clonación de tarjeta bancaria, entre otros.

ENVIPE es un claro ejemplo de aquellos estudios que complementan el registro de victimización con datos sobre percepción de seguridad, pudiendo con ello realizar cruces de variables que permitan encontrar correlaciones entre los dos ámbitos. Es de esta manera como la criminología conoce que entre las personas victimizadas los niveles de inseguridad manifestados suelen ser significativamente más elevados.

En el entorno europeo, probablemente, el estudio más referenciado sea la Crime Survey for England and Wales (CSEW). Realizada por la Oficina de Estadística Nacional desde 1981 se consolidó como encuesta de referencia para buena parte de las iniciativas presentadas por países vecinos.

La CSEW siempre se ha presentado como un estudio innovador en los enfoques y la selección de módulos de sus cuestionarios. Junto a los hechos delictivos más clásicos (robos con violencia, hurtos, agresiones…) el estudio comenzó a registrar fraudes y estafas con la finalidad de conseguir el mejor retrato posible de la criminalidad sufrida por su muestra. En este mismo sentido, recientemente, la CSEW incorpora entrevistas con chicos/as jóvenes de 10 a 15 años de edad. Entre otras, las personas seleccionadas reciben preguntas sobre el uso de internet y su comportamiento en línea: qué cosas hacen mientras navegan por la red, si han sufrido alguna experiencia negativa en el entorno o si, para el caso de los/las jóvenes de 13 a 15 años, si han enviado o recibido mensajes con contenido sexual.

Más allá de los registros clásicos de victimización, esta nueva experiencia debe servir para realizar una valoración de riesgo. De este modo, los padres o tutores de los/las chicos/as participantes reciben tras la entrevista un informe sobre la valoración del riesgo de sufrir determinadas experiencias vinculadas, únicamente, a los comportamientos declarados en la encuesta.

Otra de las particularidades de la CSEW está relacionada con el hecho de que todas las entrevistas se realizan de forma presencial. Los hogares seleccionados reciben una carta e información adicional sobre el estudio, al cabo de unos días, las personas encargadas de realizar la entrevista se personan en los domicilios y seleccionan aleatoriamente una persona de 16 años y más para responder el cuestionario.


Las encuestas de victimización en el estado español

En el estado español no existe una encuesta de victimización encargada de monitorizar la victimización y la percepción de seguridad de los ciudadanos. Es cierto que desde el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) se han elaborado estudios concretos sobre victimización y seguridad ciudadana (1999) o delincuencia, seguridad ciudadana e imagen de la policía (1995), pero no se ha desarrollado un instrumento de medición sistematizado en el tiempo que permita elaborar ciclos de seguridad y examinar grandes tendencias y evoluciones.

En este sentido, Catalunya supone una curiosa anomalía. A día de hoy son tres las encuestas de victimización con registros de más de 25 años.

La Encuesta de Victimización de Barcelona (EVB) se realiza anualmente de forma ininterrumpida desde 1984 lo que la convierte en el estudio más longevo de estas características en todo el estado. Desde el año 2015 combina las encuestas telefónicas con aquellas autoadministradas a través de internet por las personas seleccionadas. Este cambio originó la posibilidad de llegar a grupos de población con los que resulta más difícil contactar por teléfono: jóvenes y población de nacionalidad extranjera, por ejemplo.

La EVB selecciona su muestra entre la población empadronada en Barcelona de 16 años y más, y exceptuando las ediciones de 2016 y 2018, ha contado con 4.000 personas por edición, cosa que permite que sus resultados puedan desagregarse por distritos manteniendo la representatividad estadística. De esta manera, en cada uno de los estratos (distritos) se exigen cuotas por sexo, grupo de edad y nacionalidad (española i/o extranjera) asegurando que la realidad de estos colectivos se analiza de forma representativa.

En esencia, la EVB divide su objeto de estudio en cuatro grandes bloques. Junto a los clásicos módulos de victimización y percepción de la seguridad, encontramos preguntas centradas en profundizar en la victimización desde el punto de vista del territorio, y en aquellos aspectos relacionados con la convivencia, un elemento clave en el desarrollo de las competencias en el mundo local. De esta manera, incidentes relacionados con el ruido en los vecindarios y calles, ocupaciones, suciedad o vandalismo, se incorporan a una base de datos que permitirá cruzar las variables con experiencias de victimización y percepción.

Desde el año 1990 la EVB comparte trabajo de campo con la Encuesta de Victimización del Área Metropolitana de Barcelona (EVAMB). Con la finalidad de extender el estudio a los 36 municipios del área el estudio estratifica su muestra en ámbitos territoriales y las seis ciudades de más de 75.000 habitantes.

Una de las posibilidades que ofrecen estos estudios supramunicipales consiste en la ampliación de muestra de alguno de los municipios que la componen. Es el caso de Hospitalet del Llobregat que con ello consigue mayor precisión en sus resultados disminuyendo los márgenes de erros que cualquier operación estadística de estas características lleva asociado. La gran ventaja de estas operaciones se encuentra en el hecho de compartir cuestionario y por lo tanto mantener la comparabilidad con otras realidades territoriales. Por otra parte, abre la puerta a este tipo de investigaciones a muchos Ayuntamientos que, ya sea por los costes asociados ya sea por la falta de conocimientos técnicos en la materia, no podrían disponer de datos de victimización, percepción de seguridad o convivencia si no fuera bajo el paraguas de una iniciativa mayor.

En último lugar, la Encuesta de Seguridad Pública de Catalunya (ESPC) supone el estudio de victimización con mayor universo de población: Catalunya. Realizado por el Departamento de Interior desde 1999 celebra su 25 aniversario durante 2024. Durante algunas ediciones compartió trabajo de campo con las dos encuestas anteriores, pero desde 2013 se realiza cada dos años centrando su contenido en tres grandes bloques: victimización, percepción de seguridad y valoración de la policía.

El bloque de victimización se estructura en 7 ámbitos temáticos: hechos relacionados con el vehículo, los domicilios, las segundas residencias, los negocios urbanos, el patrimonio de proximidad (atraco, tirón, robo de móvil…), con las personas (agresiones físicas, amenazas…) o con los engaños, fraudes y estafas. En este sentido, las estafas se incorporaron al estudio en 2015 y cabe destacar que, en sus últimas ediciones, y en buena medida por los efectos asociados al confinamiento, han condicionado algunos indicadores obligando a matizar algunas tendencias. No obstante, reservamos el análisis y evolución de los principales indicadores para una tercera entrega de esta serie dedicada a las encuestas de victimización.

Desde FEPSU trabajamos por dar a conocer los principales instrumentos de estudio y análisis de la seguridad, percepción y convivencia en las ciudades. Con ello, compartimos con nuestros socios posibilidades para avanzar en el desarrollo de las mejores políticas públicas.